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Siempre se habla del petróleo, no importa si se oscila
salvajemente o sino se mueve en
absoluto. El petróleo está en boca de todos. Ahora se está moviendo en rango y
no parece que la situación vaya a cambiar ni siquiera después de la próxima
reunión de la
Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) que se
llevará a cabo el 26 de septiembre.
Son varios los temas que los inversores tienen para tratar.
Por un lado está el aumento de los tipos de interés en Estados Unidos este año.
Por el otro, las repercusiones luego de que el Reino Unido votara por abandonar
la Unión Europea
y, por último, el precio del petróleo. Después de la caída que comenzó dos años
atrás, cuándo los máximos del barril del petróleo alcanzaron los U$S 120 en el
mercado, este factor continua golpeando a los inversores.
El petróleo llegó a estar cotizando alrededor de los U$S 27
como nivel mínimo y a partir de ahí se ha estabilizado un poco hasta poder
superar los niveles de los U$S 50. Al parecer, la tendencia se ha agotado
debido al entorno geopolítico.
Entre octubre de 2015 y enero de 2016, los futuros sobre el
barril de crudo han descendido un 50%. A partir de ese punto, durante los
próximos cinco meses ese precio se duplicó cerca del 22% para luego volver a
caer. ¿Por qué sucedió esto? En gran parte, por las esperanzas de que en la
próxima reunión de la OPEP
(en septiembre) se anuncie una congelación en la producción.
Sin embargo, la gran volatilidad en el precio del petróleo
ha sido de gran importancia en el 2016. Esa volatilidad se mueve en rangos de
hasta un 2,32%. Un rango relevante si se tiene en cuenta los períodos previos
en los que el crudo disfrutaba de una mayor estabilidad de los mercados.
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