Foto: chuttersnap / Unsplash |
Afortunadamente está cambiando en España la mentalidad sobre
lo que significa la experiencia de trabajar en el extranjero. Hasta hace poco
predominaba (todavía está extendida en muchos medios) una actitud negativa:
la marcha de profesionales al exterior ha
supuesto una “pérdida de talento” para el país, el desaprovechamiento de unos
recursos humanos en cuya formación el país ha invertido importantes sumas de
dinero.
Poco a poco se está abriendo paso la idea de que la
experiencia internacional es muy positiva para el desarrollo profesional de una
persona. En un artículo reciente sobre directivos españoles en el exterior, El
País señalaba que “los directivos ya han asumido que necesitan la experiencia
internacional para progresar en su carrera. Todos ellos se plantean trabajar al
menos durante tres o cuatro años fuera de nuestras fronteras”.
En la última década se ha producido un crecimiento
espectacular en la presencia de profesionales españoles en el exterior. ¿Cuáles
son las razones que han impulsado el desarrollo y crecimiento de esta diáspora
profesional española? Han sido fundamentalmente dos:
El gran impulso que ha recibido la globalización. En las
últimas décadas, y favorecida por el avance tecnológico en los transportes y en
las comunicaciones, así como por la liberalización de los intercambios
económicos, la globalización ha experimentado un desarrollo extraordinario. Los
crecientes movimientos de bienes, servicios y capitales han ido acompañados a
su vez de un creciente movimiento de personas. En las empresas multinacionales,
y en general en las empresas que operan en los mercados internacionales, se ha
potenciado el disponer de una mano de obra diversa culturalmente.
La diversidad (cultural, nacional, étnica, género) del
talento ha pasado a ser considerada así como algo positivo, que potencia la
eficiencia de las organizaciones, en contraposición con planteamientos del
pasado en los que se consideraba que la diversidad era una especie de mal
necesario o inevitable. Lo normal hoy en día es encontrar en las empresas
internacionales personas de nacionalidades muy diversas.
En segundo lugar, la Gran Recesión que se inició en 2008 ha
propiciado el que en una serie de países muchos profesionales emigraran hacia
mercados con mejores condiciones laborales. Así ha sucedido en el caso de
España. El fuerte crecimiento del desempleo a partir de 2008, con una especial
incidencia entre la población joven, ha incentivado que numerosos profesionales
se trasladarán a otros países con el fin de encontrar un empleo.
Esta diáspora constituye un activo a explotar para impulsar
la internacionalización de la economía española. El activo de la diáspora
profesional española se basa en tres factores. En primer lugar, los
profesionales en el exterior tienen un conocimiento profundo de los países en
los que viven. En segundo lugar, su carácter bicultural (conocen la cultura de
los países en los que viven, y conservan su cultura española) les facilita un
papel de intermediarios, de “puentes” entre su país de origen y su país de residencia
actual. En tercer lugar, una gran parte de estos expatriados mantienen un
vínculo afectivo con su país de origen, y están dispuestos por ello a dedicar
una parte de su tiempo a ayudarlo.
Los profesionales en el exterior pueden contribuir a la internacionalización
de la economía española de diversas
formas: colaborando profesionalmente con empresas españolas (a las que ofrecen
su conocimiento del país en el que viven); facilitando información sobre sus
países, cómo es la imagen de España en ellos, y cómo se puede mejorar ésta;
contribuyendo a difundir en sus países de residencia una imagen favorable de
España; asesorando a empresas españolas
(sobre todo Pymes), directamente o participando en foros; ayudando a
identificar socios y contactos; en fin, son múltiples las formas a través de
las cuales España puede movilizar el capital que representan sus expatriados.
Por otra parte, una parte de estos profesionales regresará
en algún momento a España, y traerá consigo los conocimientos y el capital humano
adquiridos en su experiencia internacional, de los que podrá beneficiarse la
economía española. Para España es conveniente ayudar y facilitar el retorno de
estos expatriados.
Ahora bien, para aprovechar las posibilidades que representa
el activo de los profesionales en el exterior, es preciso contar con un
instrumento, una organización, que permita la identificación de estos
profesionales en primer lugar, y que establezca canales a través de los cuales
facilitar la interacción y colaboración con ellos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario