domingo, 7 de junio de 2015

Héctor Ciavaldini, expresidentes de Pdvsa

domingo 7 de junio de 2015

Caripito, estado Monagas, lo vio nacer; en ese entonces su papá trabajaba en la Creole y no importándole el sueldo ni el cargo que ocupaba, decidió renunciar para darles a sus hijos la oportunidad de estudiar. Por eso, a falta de liceo en la ciudad para que estudiara el hijo mayor, que comenzaba el bachillerato, “papá, como buen europeo, nos subió a un camión y nos trajo a Caracas; inmediatamente, empezó a trabajar en un ministerio. Yo tenía 4 meses de nacido”, de ahí que se sienta caraqueñísimo, pues nunca más regresó a Caripito, “no tenía por qué volver, pues ese pueblo se parece mucho al que me describían mis padres y que yo guardaba en mi memoria. 


Era un pueblo donde el tiempo se detuvo”. Recuerda a su papá llevando su inseparable sombrerito gris, “que colocaba con sumo cuidado en el perchero al llegar a casa, vestido de traje y corbata, como se estilaba en esa época”. Ingeniero químico, exprofesor universitario y expresidente de Petróleos de Venezuela, no es un hueso fácil de roer “porque soy un hombre polémico, porque discuto las ideas, porque no sigo hombres a caballo, porque no soy temerario en eso de convertirme en fanático y bloquear mi conciencia”. En esta ocasión, Héctor Ciavaldini visitó la redacción de Las Verdades de Miguel para exponer, entre otras cosas, que quiere estar en un país donde se debata el futuro de Venezuela, “su reingeniería”.

–De su vida es poco lo que se conoce. Intuimos que usted no ha estado interesado en que su privacidad sea del dominio público. ¿Le molestaría escarbar en su memoria y vaciar los recuerdos? 

–Bueno, yo no vine a Las Verdades de Miguel a ventilar mi pasado, pero ya que lo quieres conocer… Papá –un ciudadano corso que estudiaba derecho en la Sorbona de París-, tenía un hermano menor que se vino a Venezuela, específicamente a Carúpano, con un tío que iba a hacer un negocio de cacao; aún la Comercial Prosperi está de pie. Al tiempo su hermano, que había conocido a una hermosa chica de la cual se enamoró perdidamente, contrajo matrimonio. Pero él no pudo disfrutar su vida de casado, el paludismo y la fiebre amarilla no se lo permitieron. Por supuesto, tampoco pudo procrear. Papá –el mayor de todos sus hermanos-, por mandato de la ley corsa tiene la obligación de rescatar a la viuda, pues forma parte integral de la familia. Y viaja en barco a Venezuela, en verano, con la única idea de buscar a la viuda y llevarla a París, Francia, pues él debía continuar sus estudios universitarios. Al llegar encuentra que su hermano Andrés –mi tío-, había contraído con su tío Prosperi una serie de deudas, pues habían comprado unas haciendas que fueron desvastadas por el único ciclón que pasó por esas costas. Así la situación, papá se demoró más de lo previsto. Al terminar, escribió a su casa para decir que “ahora sí me regreso”. La respuesta fue inmediata: “No te vengas, aquí hay aires de guerra. Hitler invadirá París”. Entonces, decidió quedarse en Venezuela. En París, sus hermanos optaron formar parte de la resistencia, todos murieron… Papá, que era un tipo bastante culto –además de estudiar derecho avanzado, hablaba alemán, italiano, francés e inglés; el español lo aprendió durante su largo viaje en barco-, consiguió trabajo rápidamente en la Creole Petroleum Corporation, que tenía la refinería en Caripito.

–Perdone nuestra curiosidad, pero, qué ocurrió con la joven viuda.

–¡Papá terminó casándose con ella! (risas). Tuve un tío que fue esposo de mi mamá –y al mismo tiempo soy hijo de ella-; de ese matrimonio nacieron seis hijos… Bien, como te iba contando, y no importándole el sueldo ni el cargo que ocupaba, papá decidió renunciar a su trabajo en la Creole para darles a sus hijos la oportunidad de estudiar. Me explico: a falta de liceo en Caripito para que estudiara mi hermano mayor, que comenzaba el bachillerato, papá, como buen europeo, nos subió a un camión y nos trajo a Caracas. Inmediatamente, empezó a trabajar en un ministerio. En ese entonces, yo tenía 4 meses de nacido.

–Y nunca más regresó al pueblo que lo vio nacer. 

–Fui en dos oportunidades, pero en ambas ocasiones me sentí un extraño en una ciudad desconocida. Caripito se parece mucho al pueblo que me describían mis padres y que yo guardaba en mi memoria; un pueblo donde el tiempo parecía haberse detenido.

–Luego, transcurrido el tiempo, salió de la casa que vence las sombras graduado de ingeniero. 

(Sonríe) –Me siento sumamente orgulloso de haber estudiado en la ilustrísima Universidad Central de Venezuela; de allí salí con el título de ingeniero químico. ¿Sabes? Aún se me crispan los pelos cuando oigo el himno de la UCV, de esa casa que vence las sombras… Tantas batallas, tantas luchas. Allí fui profesor durante muchos años.

–Disfruta el reposo del guerrero, pero, ¿no le dan ganas de seguir siéndole útil al país a despecho de su edad?

–Hay una política pública que tenemos que rescatar por el bien de Venezuela; en el país son numerosos los jubilados con sueldos miserables que pudieran ser excelentes profesores, grandes formadores de la primera educación.

–Usted quiere regresar a las aulas.

–Yo deseo volver a un país en donde se debata el futuro de Venezuela, su reingeniería, que es el motivo por el cual estoy sentado aquí, la razón que me trajo a la redacción de Las Verdades de Miguel.

–Déjenos adivinar, nos visita porque quiere poner su granito de arena en el área política. 

(Sonríe y toma un sorbo de humeante café negro) –Parece mentira, pero yo que milité en la Juventud Comunista, que estuve varias veces tras las rejas por enfrentarme al gobierno de Pérez Jiménez, que el 23 de enero amanecí preso en la Seguridad Nacional, no me considero un político. En esa época, para mí no era una militancia política en una estructura, sino asumir una ideología que en ese momento de guerra fría era la única alternativa existente al desarrollo capitalista de entonces.

–O sea, no sintió interés en la política como ejercicio.

–Exactamente. Aunque la considero muy necesaria, la política no está en mi temperamento, no soy de los que hace luchas y traiciones, o que puede exponer ante un público una sarta de mentiras y llenarlo de ilusiones, para después falsearlo todo.

“No digo que sea inocente, pero

Maduro no es culpable de la situación actual”

–Confiesa que la política no está en su temperamento, sin embargo, formó parte central del grupo ideológico petrolero de Hugo Chávez. 

–Es verdad. Y lo acompañé, precisamente, porque ambos compartíamos la ilusión de transformar este país en una nación moderna.

–Cómo y cuándo conoció al líder de la revolución. 

–Conocí a Chávez en Yare, durante su tiempo de reclusión en esa cárcel. Fueron siete años trabajando con él, hasta que fue electo presidente de la República. Juntos elaboramos el programa de gobierno que se planteó en ese entonces, para que fuésemos la alternativa al bipartidismo que ante nuestra perspectiva, había terminado. El gobierno de Rafael Caldera fue lamentable, realmente, pero no por su falta de integridad e inteligencia, sino porque la situación política y económica no quiso acompañarlo. Fue una etapa interesante: en el mundo terminó la Guerra Fría, asimismo, culminó un ejercicio social o mejor, un experimento social que 70 años en la Unión Soviética condujo a la conclusión de que ese sistema económico centralizado no conduce sino a dictaduras militares, con todos los atenuantes de las dos guerras mundiales, etc., pero definitivamente, ahí se probó que desde el punto de vista económico, ese sistema no funcionaba. Eso transformó la política europea, el Partido Comunista italiano que era mayor que el ruso, también sufrió transformaciones, igual que lo hicieron los partidos comunistas radicales españoles. Allí está el PSOE en España, la Tercera Vía en Inglaterra y en Venezuela, obviamente, cuando hicimos la elucubración de qué era lo que teníamos que hacer –por ahí deben estar los documentos por si alguien siente curiosidad de leerlos-, surgió la propuesta del programa político que hizo que Chávez ganara las elecciones, pero ahí no aparece la palabra socialismo, sino colonias. Y eso no se traducía en una renuncia a lo básico, que era la solución del problema fundamental de los países latinoamericanos: la pobreza, que es lo que me tiene sentado aquí, en tu oficina.

–Cuándo se coló en ese proyecto la palabra “socialismo”. 

–Interesante observación, pues ese término no lo habíamos discutido en Venezuela. Desde el punto de vista de las premoniciones que los grandes intelectuales hacían, cuáles fueron desde que Chávez llegó a la Presidencia hasta el golpe de Estado. ¿Había acaso alguna nacionalización?, no. ¿Había manifestaciones públicas donde la gente se caía a tiros?, no. ¿Había presos políticos?, no. Había, si, un programa de gobierno que en su comienzo, y eso fue muy bien diseñado –aunque tuvo sus tremendos errores por sus actores, no por el programa-, era para atender los casos extremos de pobreza. Era una cuestión indeclinable porque nosotros veníamos de la izquierda, precisamente. Nosotros habíamos sido luchadores políticos y sabíamos las condiciones en las cuales se encontraba muchísima gente en el país. En ese entonces el precio del barril de petróleo estaba a 7 dólares y por mandato del Presidente electo, no en ejercicio aún, viajé a Madrid para discutir con los árabes –de eso hay muchos cuentos que contar-. Al regresar a Venezuela, me encontré con un resultado: el precio del barril de petróleo iba por 14 dólares. De manera que se aprovechó para realizar esos programas de emergencia un poco a lo loco… Cómo puedes llegar a un rancho y ver a gente muriéndose, desasistida en todos los sentidos, y pedirle una factura. Imposible hacerlo. No obstante, esa situación fue aprovechada por algunos actores para comenzar un proceso de corrupción que continúa hoy en día.

Pero eso no podía ser una razón suficiente para dar un golpe de Estado; desgraciadamente, una vez más, con la competencia y ayuda de Estados Unidos, se fraguó. Un tema que no se ha discutido en su totalidad, es por qué pretender tumbar a un Presidente, cuya popularidad venía retrocediendo, pues no resolvía los problemas sociales –cuando todos sabemos que estos no se pueden resolver de un día para otro-, y porque las esperanzas sembradas fueron de poco tiempo. Aquí le damos 100 días a un jefe de Estado para que resuelva una herencia que data de 1830; problemas sociales y políticos que se han enraizado en nuestra cultura política no se pueden resolver de la noche a la mañana.

–Hoy, la derecha y la ultra derecha le endosan la culpa a Nicolás Maduro de cada una de nuestras desgracias. 

–Sí, cuando empezamos a discutir los problemas y las causas de donde estamos –basta leer la prensa, sintonizar los noticieros de televisión y escuchar la radio-, todo el mundo acusa al presidente Maduro. Yo no digo que él sea inocente ni nada que se parezca al término, sólo digo que él no tiene nada que ver con la situación actual, pues heredó la mala praxis económica de su predecesor, pero Chávez también heredó una pésima política que viene cabalgando desde 1830; desde esa época hemos tenido más constituciones que gobiernos en ejercicio… Pero no creo que este sea el tema principal de nuestra conversación, lo que me trajo aquí, pues (sonrisa de… ¿reclamo?).

“Le mentí al presidente Chávez,

pues el país se moría de hambre”

–Imposible obviar, por ejemplo, el tema Pdvsa, la gran corporación que usted presidió por mandato de Chávez. Y que hoy, se comenta, está en quiebra. 

–Yo trabajaba en Pdvsa cuando Chávez me nombró su presidente, por tanto, conocía las entrañas de la corporación desde 1982; de allí salí en 2002… La presidencia de Pdvsa es un cargo político; en ese momento, quién mejor que alguien que conociera la industria por dentro y el programa de gobierno, que sabía hacia donde encaminábamos nuestros pasos, para dirigirla. “Búscate a quien esté capacitado para asumir esa responsabilidad”, me dijo Chávez. Entonces me entrevisté con todos los candidatos aceptables, hasta que Alí Rodríquez Araque propuso a Roberto Mandini. No me tocaba rechazarlo, acepté y entendí el mensaje… Mandini, quien no tenía noticias de la política –los petroleros siempre dijeron meritocracia sí, política no, hasta que les tocó hacerse políticos y pusieron la torta-, no podía ser la interface. En una discusión que tuvimos y con la ayuda de Rodríguez Araque, él fue a pedirle a Chávez que me destituyera, lo que revela una ignorancia muy grande acerca de lo que era Chávez y lo que significaba la interface política. “Me traes la renuncia”, le dijo Chávez sin pensarlo, qué podía hacer. Pero déjame decirte algo: cuando él gana las elecciones, yo era del comité de enlace con Pdvsa y mi propuesta al grupo –está escrito-, fue que todos siguiéramos como asesores del Presidente para no involucrarnos en la desagradable y triste burocracia, que frena la intelectualidad, la creatividad, la innovación. “Sé director de planificación”, me sugirió Chávez, yo acepté, pero cuando Mandini puso la torta, al Primer Mandatario le llovieron las propuestas. “En estos momentos críticos, en la única persona que yo confío es en Héctor Ciavaldini”, manifestó Chávez, a pesar de que él sabía que yo no era un hueso fácil de roer porque soy un hombre polémico, porque discuto las ideas, porque no sigo hombres a caballo, porque no soy temerario en eso de convertirme en fanático y bloquear mi conciencia. La verdad, no nací en esa época.

–Al buscar referencias sobre usted, leímos en un artículo, escrito por alguien que no era su admirador, evidentemente, que su imagen era la de “un oscuro ingeniero de Pdvsa, de escasa experiencia gerencial, pero parte central del grupo ideológico petrolero de Chávez”.

–Sé de esos comentarios, pues también los he leído, pero aprendí a que no me afectaran (risas)… La parte que se refiere a que era parte central del grupo ideológico petrolero de Chávez, eso si es verdad, no tiene sentido negarlo. Otra verdad que tapa lo de “oscuro ingeniero de Pdvsa de escasa experiencia gerencial”, es que si coloco mi currículo al lado de los currículos de todos los presidentes históricos de la estatal petrolera, incluido el de Alí Rodríguez Araque, salgo ganando, estoy por encima de ellos. Soy doctor egresado de la Universidad de Londres en asuntos relacionados con petróleo; además de un posgrado, hice todos los cursos que se pueden hacer en el IESA, fui profesor en la UCV de todas las materias relacionadas con tecnología química –la mayoría de esos muchachos que trabajaban en Pdvsa fueron mis alumnos-. Entonces, qué no me vengan a tachar de ignorante..

… Hubo personas que sin haberme conocido, sin saber cómo es mi cara, hacían críticas terribles. Algunos que estaban en la corporación, en donde yo también trabajé, tenían la certeza de que yo era un militante de izquierda. Yo no me escondía como si se escondieron ellos ante una meritocracia que después no respetaron, ante una industria que tenían aplanada, ante una corrupción galopante existente en los sectores superiores, luego, cuando se metieron a políticos sin saber nada de política, quebraron la industria. La huelga petrolera fue uno de los crímenes más monstruosos que aún no hemos cobrado. Y el gobierno de Caldera fue quebrado por esa burocracia petrolera que hoy cuenta con un prestigio increíble en los partidos y grupos de oposición, sin embargo, nadie osa discutir por qué el precio del barril estaba en 7 dólares. Ahhhh, ellos nunca dirán que era para quebrar al Estado venezolano. Si la buscas, tal vez encuentres la foto de uno de los directivos de Pdvsa con la banda presidencial… Insisto, sé que tienes un protocolo para realizar la entrevista, pero yo quisiera darle un vuelco a esta conversación. Mi protocolo es otro (sonríe simpáticamente).

–OK, pero antes díganos cuál era la capacidad de producción siendo usted presidente de la industria petrolera. 

–Estábamos produciendo cerca de 3 millones de barriles. Y te voy a dar un tubazo porque creo, que a estas alturas, no tenga consecuencias: cuando se hacen arreglos como los que hicimos con los árabes sauditas, tienen que cumplirse. Sin embargo, con el príncipe heredero tuve una conversación aparte y le confié lo siguiente: “Nuestro país está quebrado, usted nos va a dar un chance para que en un tiempo, nosotros no lleguemos a estas cuotas que nos toca, porque hay que reducir para que el precio comience a subir”. También le dije que “el precio es más una percepción de mercado que una realidad completa entre la oferta y la demanda. Hagamos los anuncios, eso será suficiente, pero nosotros no vamos a recortar nada”. Al regresar a Venezuela manifesté que íbamos a cumplir con las cuotas; le mentí al presidente de la República en función de que no pasáramos más trabajo; si bajábamos de 3 millones a dos millones 700… “. Es que el presupuesto dejado por Caldera era tan bárbaro –por las necesidades no por malas intenciones-, que había ministerios y otras instituciones que no tenían un centavo.

Cuando me reuní con la gente de producción de Pdvsa, impartí la orden de producir “todo lo que puedan con todos los hierros, vamos a subirle el presupuesto a exploración para que se fortalezcan las reservas, pues el país se está muriendo de hambre”. No sé si lo recuerdas, pero Venezuela empezó a evolucionar, a cambiar, y los sectores de todos aquellos que siempre han aspirado a ser los presidentes-reyes de este país, comenzaron a hacer sus conchupancias. Y sabiendo que el respaldo del presidente Chávez era su popularidad, consideraron de “muy fácil” la situación porque además, los 250 generales que había, no tragaban a Chávez, que era un teniente coronel. Y eso era inadmisible. Entonces, se comprometieron en ese desastroso pacto político, por el que estamos como estamos. De ahí que yo muestre tanto interés en las causas y los efectos, pues la sociedad está completamente descarriada en cuanto a lo que es la discusión de los problemas. Y si nosotros no sabemos las causas reales de los problemas, cómo los vamos a resolver.

Qué hace un médico cuando a un paciente le diagnostica cáncer, pues busca el tumor primario, que es el causante de los problemas de salud de la persona; si el cirujano se equivoca y opera donde no es, él está condenado al fracaso y el paciente, a la muerte. El país no va a morir –pero va a ser una catástrofe social como tantas cosas que estamos viendo- y el Gobierno va a fracasar. Fíjate, qué interesante: yo estoy casi graduado de economista de tanto escuchar a estos “expertos”. Es más, creo que cualquier venezolano sabe cuáles son las causas de la inflación y creen que es el problema más grave que tenemos; también dicen que el problema de la inseguridad es la policía. Si nos seguimos mintiendo de esa manera, lo que va a pasar cuando venga otro gobierno –los gobiernos no son eternos-, volveremos para atrás porque no hemos buscado las causas reales que han generado el problema que tenemos. Y mientras no lo hagamos, estaremos operando los tumores secundarios, pues no buscamos el principal. Es sobre esto que me gustaría hablar, claro, si no insistes en otros temas (risas).

–¿Me permites que me quite la chaqueta?

–Por supuesto, aunque esta oficina es fresca, se siente el calor. 

–Es que con chaqueta y esta conversación… (Risas). No sé si me emociono, es que son muchas las cosas que me gustaría decir. Lo que te conté al principio no me interesa, no sé si a tus lectores les llamará la atención. Y a los que dicen que fui “nefasto”, que me expliquen los motivos exactos, con realidades, que tienen para criticarme; que me digan si durante mi gestión hubo persecuciones; que me confirmen si hubo algún fracaso en la política petrolera; que me digan que el precio del barril del petróleo no pasó de 7 a 14 y siguió subiendo hasta hoy en día y que luego de tantos años volvió a bajar… A quienes hacen ese tipo de promoción, les sugiero que sigan viviendo su vida fantasiosa, sus pequeñeces, no los odio ni me interesa odiarlos. Hay libros cuyos autores se han dedicado a decir barbaridades y me hacen preguntar en qué momento hice tantas cosas malas si apenas estuve año y medio en la Presidencia de Pdvsa.

–¿Renunció o Chávez lo despidió?

–Salí de la corporación porque las contradicciones entre el presidente Chávez y yo eran demasiado grandes; el militar está acostumbrado a ser autocrático, esa es su disciplina, el militar es para la guerra y como en el país no hay guerra –ni la habrá-, no creo que haga falta una concepción militar como la que tenemos, gastándole los reales a los hospitales, por ejemplo. Con eso no estoy de acuerdo. Cuando Chávez salía con una actitud que yo consideraba no estaba ajustada a derecho, le decía “la solución es ésta, Presidente, pero no lo vamos a hacer como usted quiere porque va preso y yo también, lo voy a salvar porque es mi responsabilidad”. Él decía que yo era muy polémico, reconozco que lo soy en cuanto a principios; lo que no soy es militante extremista de alguna idea ni sigo hombres a caballo. Si alguien me convence, le seré fiel a la idea, no a la persona; esa máxima la he cumplido. No creo en la fidelidad a ultranza porque significa sometimiento y no está en mi espíritu someterme jamás. De manera que esa parte queda liquidada…

“No se puede

gobernar con intuición”

–Ahora sí, hablemos de la situación actual, que supongo es lo que lo trajo hasta Las Verdades de Miguel. 

–Por supuesto, no voy a repetir lo que se ha estado escuchando en el país desde hace 15 años. El problema de la inseguridad, por ejemplo, es estrictamente social, estriba en la pobreza. Una pobreza que pasó el umbral de lo manejable por el Estado; tenemos 62% de pobreza, la misma cifra de 1998. Hemos fracasado. Los gobiernos son una consecuencia de toda la historia y de la actitud de la conciencia colectiva. Quién puso allí a Chávez, pues los ciudadanos –es decir, la mitad de la clase media y el resto del pueblo-, porque el bipartidismo, que también se inició con unas políticas populistas –el muñequito con el liquiliqui, la plancha de zinc y la porquería-, los tenía cansados, contra la pared. Y se rindieron… Fíjate, en el plan de gobierno no hay ninguna obra para hacer en Venezuela. Recuerda los planes de ciudades externas autosuficientes a orillas del Orinoco –las grandes ciudades nacen al lado de sus ríos, que son los principales medios de comunicación, y más el nuestro que es tan grande que se une el Apure con el Orinoco y nos lleva de una vez al mar-. Allí está el agua, la electricidad y el terreno suficiente para que las ciudades no se peguen unas con otras. Caracas ya no es viable, hay que construir una nueva ciudad capital inteligente, a donde no se pueda llegar en carro, sino en avión o en tren.

–Los problemas de Venezuela, en que factores están centrados. 

–Esos factores son pocos y los podemos analizar, rápidamente. El primero versa sobre cómo gobernar; todos los que aspiran el poder, quieren ser presidente-rey para mandar más que el rey de España, por ejemplo. Y me explico: ese “rey” también es jefe de Estado, jefe de Gobierno, jefe del Ejecutivo, jefe de la administración y de la hacienda pública, jefe de las Fuerzas Armadas, firma los cheques… Así las cosas, de qué sirven los demás poderes, por eso es importante quitarle tantas atribuciones. Tenemos que elegir un presidente que nos represente diplomáticamente, en todos esos foros internacionales, en las fiestas patrias…

–El perfil de ese candidato que usted describe no se ve en Venezuela, al menos no en los partidos políticos, lo que se traduce en más de lo mismo. 

(Risas) –Cuando nos demos cuenta cuál es el país que queremos y cuáles son los problemas reales, ese candidato saldrá solito. Y eso aplica no sólo en Venezuela, sino en otros países que, supuesta o relativamente, tienen éxito económico –Chile, Perú, Bolivia, Ecuador, Brasil-, como lo tenía nuestro país hasta hace poco y todos andaban felices, menos los pobres que estaban desaparecidos mediáticamente y eran el 60% de la población. El segundo factor trata de gobernar desde la Asamblea Nacional. El Presidente nombrará a un primer ministro, quien desde el parlamento debe acordar con otras fuerzas políticas la mayoría y para eso tiene que hacer consenso; él conciliará políticas, la toma de decisiones, aunque tarde, debe tener cierto consenso. No se puede gobernar con intuición, que es lo que hemos hecho hasta hoy. Para promover una conversación, una discusión, propongo que discutamos las ventajas que puede tener para Venezuela un sistema parlamentario.

–La gente podría negarse a tener un presidente florero. 

–Pero esa gente no podrá decir que se le quitó al derecho de elegir a su presidente, tampoco al primer ministro. Nadie nunca creyó que en Venezuela iba a asumir un gobierno con definitivos rasgos socialistoides –por llamarlo de alguna manera-, en esta época donde después de 70 años habían fracasado los soviéticos, donde después de 60 años los cubanos van para atrás. Hoy, en el pueblo, la gente del PSUV habla de socialismo; yo, militante del Partido Comunista, nunca lo creí. Ese partido no está cumpliendo con el rol que le compete, no se ha dado cuenta de que la historia cambió y está convencido de que seguir defendiendo el marxismo, es lo que más interesa, no que el país esté mejor.

–Cuando un gobernante no tiene contrapeso para gobernar, qué ocurre.

–Te cuento lo que hizo el presidente Chávez, fue en busca de ayuda y le vendió el alma al diablo. ¿Crees que si esos 250 generales hubiesen estado a favor de Chávez, hubieran permitido que nos metieran 30 mil cubanos? ¿Crees que esos cubanos podrían estar, como están ahorita, dando órdenes en Fuerte Tiuna? ¿Crees que ellos pudiesen ser nuestros socios en las aduanas que tradicional e históricamente, uno de los sitios donde más se pelea el nacionalismo, donde más se ve la integridad, la independencia de una nación? ¿Cómo es que los cubanos van a estar en los registros públicos, en el Saime? Estoy seguro que de haber tenido contrapeso, Chávez hubiese actuado mejor poniendo en ejecución algunas medidas populares, que no iban a estar mal porque resolverían el problema fundamental que habíamos detectado: la pobreza. Hoy, cómo se gobierna, ahhhhh, se gobierna con los cubanos, no queda de otra, y poco a poco quitándole poder a las regiones, centralizando todo.

–¿Considera que haber elegido a Chávez y a Maduro como presidentes, fueron dos grandes errores que están pagando con creces los venezolanos?

–No voy a decir si fueron errores o no. Si digo que la conciencia social actúa según va mejorando el nivel de ciudadanía en el colectivo. Eso que nos pueda parecer errores, puede acercarnos a la solución final, que es cuando se logra tener un país que está al nivel de las naciones desarrolladas.

–Los programas sociales han paliado la pobreza, ¿o no? 

–Han sido un grave error político, no han servido de nada porque no han sacado a los pobres de la pobreza. Un ministro dijo poco antes de salir del Gobierno, que “debemos gobernar con los pobres porque necesitamos a los pobres”. ¿Sabes lo que significan esas palabras traducidas en economía?, pues tenemos que financiarlos para que sigan siendo pobres. El actual ministro de Educación manifestó que “no los voy a reivindicar para que se metan a clase media”, por supuesto que no sabía lo que decía.

–En la Universidad Santa Rosa, el exministro Miguel Rodríguez Torres criticó la posición del oficialismo en relación a la distribución de bienes en beneficio de los venezolanos. “Para un socialista consciente es una ofensa que le regalen un apartamento, una bolsa de comida. El trabajo dignifica”, señaló.

–Él lo dijo, socializar es darle trabajo a la gente. Mira, tú agarras a un pobre y le das una casa, él es un pobre con casa; agarras a ese pobre y le das trabajo en la Polar, y tendrás a un ciudadano en ascenso. Punto. Es el trabajo lo que dignifica al hombre y a la mujer, no las dádivas.

–El Gobierno vende el éxito de las misiones. 

(Carraspea y pide excusas) –Cuando se es gobierno no le queda otra que alabar sus programas, aunque no sean exitosos. Goebbels nos enseñó que la mentira vale mil veces más que la verdad… El triunfo se traduce en mantener felices y en buenas condiciones a TODOS los ciudadanos. En este país, cuando hagamos un balance real desde la izquierda, la lista de mentiras, de falsedades, va a ser gigantesca.

–Usted habla como Miguel Salazar, nuestro editor. 

–Sí, ambos somos polémicos y fieles a lo que pensamos, sin importarnos el juicio que nos hagan los demás. Siempre lo leo para ver en qué no concordamos (risas). Ah, salúdalo de mi parte.

–De economía todo el mundo opina, usted habla de hacer una “reingeniería completa” de Venezuela, cómo debe entenderse eso. 

–Tenemos otros recursos naturales importantes, pero no, estamos empeñados en ser un país petrolero a ultranza, cuando lo que nos toca es ser un país petroquímico –por cada inversión que haga para generar un trabajo en la industria petrolera, puedo generar 20 trabajos en la industria petroquímica-. Es una propaganda que Venezuela tiene las mayores reservas de petróleo del mundo, pero tenemos tanto que podrán considerarse de reservas infinitas, y si lo empleamos en petroquímica lo tendríamos para toda la vida, prácticamente. Podemos hacer grandes complejos o plantas petroquímicas traducidas en ciudades que van a estar bajo la supervisión del Estado y bajo la administración de las empresas que allí hagan vida. Tenemos que desarrollar el Eje Orinoco-Apure con esas ciudades que tienen un motivo de ser –una se encargará de la siembra de vegetales, otra de la cría de animales, otra del procesamiento de esos alimentos, etc.-. No hemos desarrollado a Venezuela, pues los pueblos son los mismos desde la independencia, ahora nos toca desarrollarla, decirle a la gente que vive en ranchos y en cerros, “aquí está garantizado tu trabajo, la escuela de tus hijos y el entrenamiento para la realización de la labor a desempeñar”.




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