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En 100 años de
industrialización petrolera y en el marco de la plena soberanía petrolera,
debemos debatir políticas para reimpulsar del motor hidrocarburos, pensando en el interés
nacional, porque nuestra historia está y estará signada por el petróleo, ya que
representa 35% del consumo mundial de energía primaria y seguirá siendo la
principal fuente de energía del mundo, por su costo de producción, reservas
probadas, facilidad de comercialización, los productos derivados, desarrollo de
tecnología y las cuantiosas inversiones.
Los nuevos retos de este siglo es cumplir con el Plan de
Siembra Petrolera para duplicar la producción, supeditado al desarrollo de un
proceso industrial que amplíe su refinación,
gasificación, incremente la industria en el sector petroquímico e
impulse agua abajo el encadenamiento productivo a través de los conglomerado para superar en más del
65% los bienes y servicios de producción
nacional, aprovechando nuestra ventajas
comparativa y competitivas que permita diversificar nuestro mercado a
Petrocaribe, Mercosur y el Brics.
La superación del modelo rentístico petrolero por la
economía productiva, requiere de cuantiosas inversiones, tecnología y una
política económica (cambiaria, fiscal, monetaria y comercial), que sin perder
soberanía, estén orientadas al desarrollo industrial, con el reimpulso de zonas económicas especiales,
para darle apoyos en infraestructura, servicios, administrativos, jurídicos, fiscales,
científico y tecnológico, promocionando la compra de productos venezolanos y
sus exportación, creando un clima de confianza que estimule la actividad industrial y su diversificación
de la economía.
La industrialización petrolera requiere la configuración de
una nueva arquitectura financiera de mediano y largo plazo, bajos costos, tasas
atractivas, innovación y adaptación del financiamiento a las características de
los proyectos.
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