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La brecha es inmensa. Si queremos que el Perú avance hacia
su objetivo de desarrollo y tenga una economía menos dependiente de los precios
cambiantes de las materias primas, es necesario empezar a cerrarla. La
innovación genera productos con más alto valor agregado, que pueden generar
impacto en los mercados nacionales e internacionales.
La metodología del Design Thinking es una herramienta que,
aplicada en el ámbito empresarial, puede ayudar a desarrollar la cultura
innovadora en el Perú. Gracias a un convenio exclusivo entre la UTEC y Innovationship Silicon
Valley, esta metodología ahora está disponible en el Perú.
Leon Segal, fundador de Innovationship Silicon Valley y
consultor con muchos años de experiencia enseñando la metodología del Design
Thinking en grandes empresas, es uno de los profesores de este programa de
certificación internacional. El sostiene que, en cuanto a actitud y clima
favorable a la innovación, no hay nada en el Perú que sea esencialmente
diferente en los profesionales peruanos respecto a los de otros países del
mundo. “Todas las personas que vienen a estos talleres tienen la intención de
aprender, de crecer y expresar su creatividad”, resalta.
El Design Thinking es una metodología que entiende la
innovación como un proceso centrado en las personas y en cómo atender sus
necesidades. Aplicarlo implica hacer cambios culturales dentro de las
organizaciones, que no siempre son sencillos. Pero también supone derriba de
ciertos mitos. Uno de ellos es el del “genio solitario”, que supuestamente
atribuye la genialidad de una innovación a una sola persona que tuvo “la gran
idea”. “Thomas Alva Edison creo el foco de luz. Pero se suele omitir que no lo
hizo solo, el montó un laboratorio con cien personas”, recuerda Scott
Underwood, co-fundador de Innovationship Silicon Valley y también profesor de la Certificación
Internacional.
Hasta el momento, el convenio de UTEC e Innovation Silicon
Valley ha dado lugar a ocho talleres de Design Thinking realizados en el Perú.
Segal y Underwood enfatizan la importancia de que esos profesionales siembren
la semilla de una nueva manera de ver la innovación cuando regresan a sus
empresas y “siembren la semilla” de un cambio en sus organizaciones.
Una vez que se entiende la innovación como un proceso
centrado en las personas, y se dispone de las herramientas para trabajar en
equipo adecuadamente, generar ideas y ponerlas a prueba rápidamente, la base
para una cultura innovadora se puede considerar asentada. Y los resultados
llegarán con el tiempo.
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