Fuente: REUTERS |
Ya es moneda corriente decir que Caracas es una ciudad
provisional, la del "mientras tanto y por si acaso". Siete de sus
edificios lo confirman.
Un paseo raudo por el carozo de la capital es suficiente
para ver construcciones que hablan de un pasado que no fue, una gloria
inconclusa o el intento por una modernidad ajada por el tiempo y el devenir
político.
En una entrevista hecha en 1994 por la periodista Milagros
Socorro, el dramaturgo José Ignacio Cabrujas consideró que el drama de los
habitantes de Caracas es que siempre sueñan con el día en que se concluya la
ciudad: "De allí que el caraqueño goce con el espectáculo de la
destrucción de aquello que considera provisional, esperando que en ese hueco
aparezca lo definitivo".
Hotel
Humboldt
Es el hotel más alto de la ciudad. Ubicado a más de 2.000 metros sobre el
nivel del mar sobre el cerro Ávila, se divisa desde casi cualquier punto de
Caracas.
Diseñado por el arquitecto Tomás Sanabria y construido en
1956, durante la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, este hotel cinco estrellas
ha vivido varios ocasos y casi ningún esplendor. El derrocamiento del dictador
fue su condena.
En los años 60 del siglo pasado, los gobiernos cedieron el
hotel a la cadena Sheraton, pero la franquicia fracasó y decidió cerrarlo. Dos
décadas después fue reabierto junto al sistema teleférico y convertido en
escuela de turismo, lo que deterioró ostensiblemente sus instalaciones. Fue
privatizado en 1998 pero la restauración no se concluyó y en 2007 pasó a manos
del Estado, que ha anunciado su próxima reapertura.
Los vigilantes que resguardan la edificación, que en
ocasiones desaprece bajo la intensa neblina del lugar, cuentan que han visto
fantasmas o "aparecidos" en las instalaciones. Los accidentes que
afectaron el normal funcionamiento del hotel y la mala fama por su cúmulo de
fracasos han alimentado las leyendas a su alrededor. Si bien se construyó en
seis meses, no ha tenido ni una sola época dorada en sus 60 años de vida.
Galería de Arte Nacional (GAN)
La Galería
de Arte Nacional es otro edificio que aún no se ha terminado de construir. Aunque
su arquitecto, el español Carlos Gómez Llarena, comenzó el proyecto en 1986 y
estimaba culminarlo en dos años y medio, no fue sino en 2009 cuando se inauguró
una primera fase por el gobierno del Hugo Chávez.
Ubicado cerca de la estación del metro Bellas Artes, el
edificio de magnitudes sauditas es el museo más grande de América Latina y el
principal de Venezuela. Sin embargo, está asentado justo al lado de un mercado
de buhoneros y su estructura exterior exhibe vigas desnudas (y oxidadas) por
una segunda fase que todavía no tiene fecha de inicio.
En una entrevista ofrecida a la periodista Lisa Blackmore,
en la víspera de la inauguración de la
GAN en 2009, Gómez Llarena ya auguraba ese destino:
"Creo que hay que tener paciencia. Todavía queda mucho por hacer.
Seguramente habrá otra inauguración el año que viene".
Torre de
David
Realmente se llama Centro Financiero Confinanzas, pero fue
rebautizado en honor al banquero que ideó su construcción en 1990: David
Brillembourg, a quien apodaban el 'Rey David'.
En su momento iba a ser el octavo rascacielos más alto de
América Latina pero la repentina muerte de Brillembourg, en 1993, paralizó su
construcción y la crisis bancaria de 1994 terminó por derribar las ambiciones
arquitectónicas de este edificio ubicado en las faldas de la avenida Urdaneta,
en el centro de Caracas.
A partir de 2007, la historia del edificio dio un vuelco. Cientos
de familias de bajos recursos invadieron la construcción y establecieron una
ciudadela vertical improvisada a la que se subía, piso a piso, solo de dos maneras:
a pie o en moto. Naturalmente, no había ascensores. En 2015, el Ejecutivo
nacional procedió a desalojar y reubicar a sus habitantes.
En 2012, la
Bienal de Arquitectura de Venecia premió la Torre de David. ¿Por qué?
Según el fallo, por el hecho de que sus habitantes hubiesen "creado una
nueva comunidad y una casa a partir de un edificio abandonado e
incompleto".
La
Quinta Mamá
El último dictador de Venezuela fue el general Marcos Pérez
Jiménez. Su régimen culminó el 23 de enero de 1958 y tras su caída se
descubrieron varias de las lujosas propiedades de sus familiares más cercanos,
entre ellas la Quinta Mamá,
ubicada en la exclusiva zona del Country Club.
De lejos parece una torta de cumpleaños. Coronada por una
cúpula que funcionaba como observatorio, la casa parece estar abandonada y
aunque se desconoce quiénes son sus actuales dueños, a veces es usada como
locación para grabar comerciales o telenovelas.
Según la cuenta de Twitter de Arquitectura Venezuela, el
particular domo contaba con un telescopio de la marca alemana Carl Zeiss, que
fue dañado después de los saqueos que sufrió la propiedad con la llegada de la
democracia.
Una piscina en forma de guitarra, escaleras de caracol,
fuentes, mosaicos, vitrales y pasadizos subterráneos son algunas de sus
singulares características.
El Helicoide
De los proyectos faraónicos inconclusos, es el más
emblemático de la ciudad porque hasta tiene forma de pirámide. La historiadora
Celeste Olalquiaga, en un artículo publicado en la revista Prodavinci, califica
la estructura como una especie de Babel tropical.
Fue erigido durante el régimen del dictador Pérez Jiménez. El
sueño de una Venezuela "moderna" llevó a los arquitectos Pedro
Neuberger, Dirk Bornhorst y Jorge Romero Gutiérrez a diseñar la colosal
estructura que pretendía convertirse en un centro comercial y exposición
industrial con hotel cinco estrellas, un parque y un anfiteatro para
espectáculos en el cerro de Roca Tarpeya, entre las parroquias San Pedro y San
Agustín.
Salvador Dalí se ofreció a decorarlo, el poeta Pablo Neruda
lo calificó como una "de las creaciones más exquisitas que jamás nacieran
de la mente de un arquitecto". Pero la caída del dictador también fue su
ruina, cuenta Olalquiaga. Y el
proyecto se paralizó.
"Caracas, fiel a su temperamento moderno que mira
siempre hacia adelante y nunca hacia atrás, continuó su camino, olvidando a esa
magnífica espiral que había buscado llegar al cielo del consumo", escribe
la historiadora.
Aunque desde la década de lo 60 del siglo pasado se intentó
revivir la estructura con proyectos culturales, sociales y comerciales, nunca
fructificaron. En la actualidad es utilizado como sede de los servicios de
inteligencia.
Como diría Cabrujas sobre Caracas: "Conviene recordar
que fue ciudad de locos / al norte de una empresa / que entrar en ella era
bajar de la montaña / y que todo iba a ser mejor mañana / que una cosa antes de
ser, se parecía / así la gente, así la música / así esta historia / Siempre al
norte, mientras tanto y por si acaso".
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