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Fuente Web |
En septiembre, participé en una misión de innovación a
Boston, organizada por la Cámara de Comercio Americana del Perú (AmCham).
Ripley, mi empresa, fue invitada y fui uno de sus tres representantes. El
objetivo era conocer las prácticas más recientes y conocer referentes en
innovación, a través de una visita desde las oficinas de Google hasta las aulas
del Massachusetts Institute of Technology (MIT) y la Universidad de Harvard.
Entre lo que me llamó más la atención, destacó Alley by
Verizon y JLab de Johnson & Johnson, dos coworking instalados por gigantes
de la telecomunicación y la medicina/farmacéutica, respectivamente. A
diferencia de Wayra, estos espacios no se ofrecían como premios a los start-ups
más atractivos, sino que se alquilaban a cualquier emprendedor o investigador
que quisieran aprovechar sus servicios y laboratorios.
Ejemplos
internacionales
Verizon y Johnson & Johnson buscaban atraer usuarios
intensivos que probasen su red 5G en exclusiva o los últimos desarrollos en
laboratorios para la investigación. Al mismo tiempo, observaban de cerca a
emprendedores con potencial de unirse a sus colaboradores o de lanzar la
siguiente gran idea, para tener la opción de adquirirla o trabajar en conjunto
y así no repetir la misma historia que Blockbuster con Netflix.
El coworking ciertamente ya no es un concepto nuevo. Desde
hace algunos años, hemos visto nacer empresas dedicadas a implementar amplios
espacios como oficinas con diseños abiertos y ambientes comunes para ofrecer a
emprendedores y freelancers una nueva alternativa inmobiliaria más acorde a sus
necesidades.
Ventajas del sistema
Este modelo destaca por sus tarifas flexibles, los servicios
e infraestructura compartidos y la oportunidad de generar colaboración entre
sus usuarios. En pocos años, se convirtió en un fenómeno, de la mano de grandes
empresas como WeWork, hasta volverse una pieza clave del ecosistema de
emprendimiento, en el que start-ups, corporaciones, clientes, proveedores,
gobiernos y entidades académicas conviven y generan sinergia.
Los espacios de coworking han visto nacer a un gran número
de start-ups, a nivel mundial. En otro plano, se ha visto a muchas empresas
tener iniciativas que buscan fomentar el emprendimiento, como es el caso de
Telefónica con Wayra. Esta aceleradora impulsa la innovación por intermedio del
desarrollo de empresas emergentes y ofrece inversión y herramientas a las que
se presentan más atractivas.
Lo interesante es cómo dos empresas que ya interiorizaron la
transformación digital aún buscan formas de adaptarse no solo a los cambios
actuales, sino también adelantarse a lo que está por venir, mientras tienen la
posibilidad de estudiar a los usuarios más exigentes de sus servicios o
mercados. Así pueden reconocer sus futuras necesidades.
Este modelo posee todas las partes del ecosistema de
emprendimiento, con excepción de la gubernamental. Por eso atrae start-ups que
prueban su tecnología más reciente, con posibilidad de convertirse en futuros
proveedores. También pueden recibir académicos que buscan tecnología para sus
investigaciones o realizar aportes a las iniciativas de las empresas que
ofrecen el coworking.
Solo por dar un ejemplo, existen start-ups que trabajan en
los espacios coworking de Alley by Verizon y emplean la tecnología 5G que se
ofrece ahí para experimentar con llamadas mediante hologramas. En pocas
palabras, desarrollan videollamadas en 3D. No es necesario profundizar mucho en
cómo este proceso genera un nivel de fidelización y un boca a boca muy potente
para la empresa.
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