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Foto: Listín Diario |
Ciertamente el emprendimiento ha existido desde siempre,
desde siempre el hombre ha buscado formas creativas de solucionar los problemas
y con esto satisfacer las necesidades asociadas con los mismos. A lo largo del
tiempo, muchos hombres y mujeres se han arriesgado y han apostado por sus ideas
de negocios como una forma de ganarse la vida, de destacarse y de ascender en
la escalera social.
También es cierto que, durante mucho tiempo, este proceso de
creación de empresas no tenía nombre o simplemente no estaba de moda. Quienes
emprendían se conocían como hombres de negocios, no se les denominaba
emprendedores. Hoy estamos en pleno auge del concepto emprendimiento, son comunes
términos como ecosistema emprendedor, incubadora de negocios, “business angels”
y otros relacionados. Pero lo cuestionable, o lo que me motiva a hablar es
saber si en verdad hay una cultura o concientización acerca de este fenómeno o
es simplemente lo que está de moda y como efecto de esta moda todos deben
hablar de este tema, porque si no, no están “in”, o como decimos en buen
dominicano: “el que no habla de emprendimiento no está en la cosa”, la moda es
emprender.
Pero, ¿es realmente está la era del emprendimiento?
Si bien es cierto que hay muchos osados que se arriesgan y
asumen el reto de lanzarse en la búsqueda de un sueño, que muchas veces resulta
hasta utópico (porque cuanto trabajo pasa un emprendedor), hay otros que se
enganchan al concepto.
Es algo un tanto obvio, vemos las redes sociales llenas de
perfiles de personas que se describen a sí mismos como emprendedores, muchos
eventos dirigidos a este blanco de público, escuelas de negocios para fomentar
la cultura emprendedora, pero ¿qué hay detrás de todo esto?
ï ¿Hay un impacto real en la economía?
ï ¿Se han creado fuentes de empleo para gran parte de la
población?
ï ¿Están los emprendimientos atrayendo más inversión
extranjera?
En fin, estos son solo algunos de los beneficios del
desarrollo de una cultura emprendedora, por tanto, si no se perciben las
ventajas reales, es cuestionable la existencia de dicha cultura.
Ante un verdadero ecosistema emprendedor, el dinamismo que
adquiere la economía es más que notable. En este punto es preciso cuestionarnos
y responder con toda honestidad, ¿estamos viviendo un movimiento emprendedor de
moda? O ¿en verdad se están gestando los cimientos para convertir el
emprendimiento en el motor de nuestra economía?
Somos conscientes de los pasos de avance que ha dado el país
en esta materia, como parte de este apoyo: ï En noviembre de 2016 fue aprobada
la ley 688-16 que favorece la creación y formalización de empresas cuyo
objetivo consiste en conformar un marco regulatorio que fomente el
emprendimiento incorporándolo formalmente en la economía, mediante incentivos y
la eliminación de obstáculos.
ï Otra iniciativa, impulsada por el Consejo Nacional de
Competitividad (CNC), ha sido la creación de la Red Nacional de Incubadoras:
“Dominicana Incuba” con la finalidad de favorecer un trabajo coordinado en la
creación de empresas de alta competitividad y que estén basadas en la
disponibilidad de capital intelectual y la innovación continua. Actualmente hay
en funcionamiento más de 10 incubadoras enRepública Dominicana.
ï En adición a la incubación, cabe destacar que nuestro país
cuenta con programas que estimulan y dan soporte técnico a la aceleración de
empresas. Tal es el caso de la Aceleradora de Negocios en San Cristóbal.
Como vemos, hay planes y hay apoyo, entonces lo que
necesitamos es saber:
ï ¿Cuántos proyectos son realmente pivoteados por estas
incubadoras?
ï ¿Cuántos emprendedores conocen la existencia de estos
organismos?
ï ¿Han pasado dichos proyectos del auto empleo a la
generación de empleos para la mayoría?
ï ¿Cuántos empleos han generado los emprendimientos
desarrollados?
ï ¿Cómo se ha beneficiado la economía de estos
emprendimientos?
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