lunes 23 de mayo de 2011
Los más recientes acuerdos entre China y Venezuela se firmaron el pasado 15 de marzo, ocasión en la que el presidente Hugo Chávez proclamó: “Hemos logrado colocar las relaciones entre ambos países en el más alto nivel estratégico”.
Tan alto que para el gobierno bolivariano los convenios con el gigante asiático invocan el espíritu de un nuevo orden multipolar, propósito que, en opinión del exdirectivo de Petróleos de Venezuela (Pdvsa), Gustavo Coronel, desafía toda lógica comercial. “Venezuela está tratando de entrar en relaciones económicas con países ideológicamente afines, aunque esos contactos carezcan de racionalidad comercial en lo que se refiere a posición geográfica y posibilidades de complementación”.
Pero nada parece detener el avance de los chinos, a quienes el jefe de Estado les ha abierto, de par en par, las puertas de Venezuela. “Yo agradezco su esfuerzo por contribuir al desarrollo del país; ustedes saben que este país quiere tanto a China, a su pueblo, a su historia, a su revolución, a su socialismo y a su ejemplo al mundo; porque China está demostrando que no hace falta ser imperio para ser grande”, declaró hace unos dos meses.
Algunos analistas ven que la asociación con China, que ya representa una deuda estimada en unos 32 mil millones de dólares para ser cancelados con petróleo, forma parte de la estrategia preelectoral de Chávez, candidato a la reelección presidencial en 2012.
Diego González, experto en Energía del Centro de Divulgación del Conocimiento Económico (Cedice) Libertad, teme que esta naciente historia de dulce afinidad comercial entre Venezuela y China tenga un amargo desenlace. “Eso pasará cuando ya no haya suficiente petróleo para pagar esa inmensa deuda y ocurrirá en el próximo gobierno. Ello porque la producción propia de Pdvsa continuará disminuyendo por la falta de inversiones en exploración y producción y por falta de know how (conocimiento) para acometer los proyectos”, vaticinó el vocero de la organización que promueve la libertad económica.
Al especialista no le cabe duda de que también declinará la producción de las empresas mixtas (anteriores convenios operativos) y de la Faja del Orinoco, “porque Pdvsa no aporta lo correspondiente a sus obligaciones como accionista (al menos 60%) para las inversiones y gastos operacionales que se requieren cada día y que la estatal pretende que lo aporten los socios privados”.
Gustavo Coronel ha denunciado la inconstitucionalidad de los convenios petroleros suscritos con China. Por tres razones. La primera: “Según el contrato otorgado a dedo en la Faja del Orinoco, la empresa china asumiría el peso de todas las inversiones, incluyendo las que le corresponderían a Pdvsa y, entonces, Pdvsa le pagaría con petróleo a futuro. Esto es irregular, inconstitucional porque constituye una hipoteca sobre nuestras futuras generaciones”. La segunda: “La empresa petrolera china no posee la tecnología para mejorar los crudos pesados de la Faja”. Y tercera: “La Faja está siendo objeto de una rebatiña donde andan metiendo sus narices países que no tienen conocimientos petroleros, tales como Vietnam, Cuba, Angola, Uruguay y Bielorrusia, o que poseen tecnologías obsoletas como Rusia, Irán y la propia China”.
Al especialista en geopolítica de la energía le parece que no se trata de un programa de aprovechamiento petrolero, sino de “la política entreguista de Hugo Chávez en su afán de irritar a Estados Unidos”.
En palabras de Roy Daza, expresidente de la comisión de Política Exterior de la anterior Asamblea Nacional y actual diputado del Parlatino por el Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv): “Queremos dejar la dependencia de Estados Unidos que tuvimos por muchos años. Necesitamos el mayor número de compradores de petróleo que podamos tener”, dijo a la agencia noticiosa AFP.
El presidente Chávez ha dicho que el plan es vender a China, al cierre de 2013, un millón de barriles diarios de petróleo, exactamente la cifra que Venezuela despacha hoy a Estados Unidos.
Concretar ese plan, advierte Diego González, no es así de fácil, por la sencilla razón de que no es el gobierno norteamericano, ni empresas estadounidenses, los que hacen negocios con Venezuela.
Recuerda que 80% del petróleo venezolano va a las refinerías de Citgo (filial de Pdvsa en EE UU) o a refinerías donde el holding criollo tiene hasta 50% de participación. También pide tener en cuenta que Pdvsa, a través de su subsidiaria norteamericana, tiene obligaciones contractuales con más de 800 distribuidores de combustible y con miles de minoristas en estaciones de servicio. “Eso explica el deseo del gobierno de vender Citgo para salir de esos compromisos, cuyo incumplimiento acarrearía una lluvia de demandas”. Y dice más: “Pdvsa tiene que comprar diariamente más de un millón de barriles de petróleo y derivados para poder cumplir con esas obligaciones, aparte de lo requerido para completar la carga de las refinerías venezolanas y para el mercado interno de gasolina. Llegará el momento en que Pdvsa no tendrá suficientes dólares para continuar haciendo esas compras”.
Otra, y contraria, es la óptica revolucionaria. Roy Daza más bien celebra que una de las grandes potencias del mundo demuestre confianza en la economía y estabilidad política venezolana. Y Hugo Chávez ha sido cada vez más espléndido: “Todo el petróleo que necesite China en los próximos años está aquí en Venezuela”.
Gustavo Coronel replica con ironía: “El Presidente de la República también acaba de decir que posiblemente la vida en Marte la extinguió el capitalismo. Hace algún tiempo dijo que el hombre había aparecido en el planeta hace 2 mil años. Esto que dice sobre la provisión de petróleo a China está en la misma onda de la ciencia ficción”.
El exdirectivo de Pdvsa agrega: “La producción petrolera de Venezuela ha declinado dramáticamente bajo el régimen chavista. Venezuela ni siquiera le está cumpliendo satisfactoriamente los envíos de 200 mil barriles diarios a China. La producción exportable no comprometida es mínima. Si se revisan los informes de la estatal se constata que la compra de petróleo a terceros es gigantesca, a fin de proveer a clientes con quienes tiene compromisos a largo plazo, como es el caso de las refinerías de Citgo, o hasta para importar gasolinas de vez en cuando y surtir el mercado doméstico”.
El experto cree que la única forma de garantizar, en el corto plazo, el prometido suministro a China sería quitándoselo a Cuba o a otros países del Caribe. “Y eso tendría un costo político que él (Chávez) no va a pagar”, sostiene.
Ahora bien, lo que Coronel y González ven venir, y no muy lejos, es el colapso financiero del gobierno nacional si éste continúa en su empeño de ampliar la relación comercial con China en detrimento del otrora sólido vínculo petrolero con Estados Unidos.
El vocero de Cedice aconseja averiguar, “porque hasta ahora se desconoce”, si en los contratos petroleros con China está la figura del arbitraje internacional, pues de existir, “los bancos chinos inmediatamente harán uso de éste”. También pide considerar la creciente penetración de capitales chinos en muchas otras áreas de la economía venezolana, “que van a servirle a ese país para presionar al gobierno bolivariano cuando, inevitablemente, se incumplan los pagos”.
Para ambos analistas, el mayor costo será el descrédito internacional de Venezuela.
Hace poco más de dos meses, el pasado 15 de marzo, el presidente Hugo Chávez declaró: “Hoy hemos firmado el acta de nacimiento de lo que va a ser un gigante, una corporación mixta entre Petróleos de Venezuela y Citic (China International Trust and Investment) para el desarrollo de un proyecto en Venezuela en el área de petróleo, y en esto se pierde de vista”.
Lo que Gustavo Coronel, exdirectivo de Pdvsa y experto en geopolítica energética, mira (“ y a simple vista”) es que “cualquier empresa mixta china-venezolana estará orientada solo a producir petróleo para llevarlo al lejano continente. “No será una transnacional en el sentido tradicional del término, sino una herramienta de explotación imperialista por parte de China”.
La ministra de Comercio, Edmée Betancourt, informó recientemente que el gobierno nacional distribuye 3,7 millones de electrodomésticos, importados de China, mediante la red Pdval, Mercal y de hipermercados Bicentenarios. La funcionaria explicó que 60% de estos equipos pueden ser adquiridos a crédito a través de los bancos de Venezuela, de la Mujer, del Pueblo, del Tesoro, Industrial y Bicentenario, en el marco del recién estrenado programa gubernamental Mi Casa Bien Equipada.
- Gustavo Coronel, ex directivo de Petróleos de Venezuela (Pdvsa), advierte que a los chinos hay que pagarles “por la construcción de viviendas, por sembrar yuca, por asesorarnos en la manufactura de pañales. Hay que pagarles el satélite que nos vendieron, los aviones, las armas, los radares”.
El especialista en geopolítica energética comenta que China le está vendiendo al gobierno venezolano “miles de camiones, televisores, ventiladores, teléfonos celulares, neveras y lavadoras para que los regale a los pobres como parte de su estrategia pre-electoral”.
En opinión del analista, Venezuela se está convirtiendo en una inmensa quincalla china, con productos que -acota- hay que pagar... y con petróleo. La política comercial china - puntualiza - se resume en la conocida frase: “Si no hay lial no hay lopa”.
Diego González, experto en energía del Centro para la Divulgación del Conocimiento Económico (Cedice) Libertad, pide tener muy en cuenta que China es -nada más y nada menos - el fenómeno económico y político del siglo XXI. “Es una potencia comercial que promueve un modelo parasitario de expansión. Al final los países donde actúa el gigante asiático no se benefician en nada: instalan empresas chinas, con personal chino, para fabricar productos chinos, y el grueso de los ingresos van a China”.
Sin remilgos, el analista se anota en la lista de quienes han afirmado que “sencillamente, Hugo Chávez está vendiendo la soberanía de Venezuela”.
32 mil millones de dólares es la cifra que, de acuerdo con lo precisado por el analista n Gustavo Coronel, más se aproxima “a la verdad” sobre el monto de la deuda de Venezuela con China. Este compromiso financiero - detalla - se ha contraído en tres etapas: Una primera, por $8 mil millones entre 2006 y 2007; una segunda fase, de $20 mil millones en 2010; y una reciente tercera, a inicios de este año, de $4 mi millones. “El problema con esta acreencia es que no se contabiliza por los canales ordinarios, sino que se maneja a través del Fonden (Fondo de Desarrollo Nacional) u otro organismo paralelo, sin rendición de cuentas”, puntualizó el especialista.
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