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| Fuente Web |
En estos 18 años de la mal llamada revolución, una vez que
se producen los resultados electorales, cínicamente, el Presidente de la República (Chávez y
Maduro) convocan una cadena de radio y televisión y solemnemente le dicen al
país que respetan los resultados electorales.
Y digo cínicamente, porque una vez pasada la euforia
electoral y las autoridades electas por el sector adverso al régimen, toman
posición de sus cargos, le irrespetan su legitimidad, le restringen las
competencias y le desacatan las decisiones que toma en ejercicio de sus
funciones o lo que es igual: respetan el conteo, pero irrespetan el resultado.
No tienen decoro.
Hay un derecho constitucional y humano a elegir y ser
electo. En ambos casos el régimen viola flagrantemente esos derechos. Antonio
Ledezma es elegido por el pueblo de la gran Caracas como Alcalde Metropolitano.
El régimen no tiene otra alternativa que aceptar su
elección, pero inmediatamente, con la mayoría que ostentaban en la AN, aprobaron un conjunto de
leyes sobrevenidas y le quitaron las competencias, le arrebataron los
presupuestos, le asaltaron el palacio de gobierno y violando el estado de
derecho, los derechos humanos de los electores, nombran a dedo, un funcionario
para que ejerza el gobierno metropolitano sin legitimidad y decoro. No se
respetan y menos pueden respetar.
En el período subsiguiente, pese a los atropellos y
restricción de sus competencias, presupuestos y limitación de todo tipo, el
pueblo de la gran Caracas, esta vez con más votos, reelige al Alcalde
Metropolitano. El régimen acepta el resultado electoral, pero como una burla a
los electores, nombra como Jefe de Gobierno, al candidato perdedor y como
Antonio Ledezma, no se arredra y asume sus pocas competencias con responsabilidad,
honestidad y eficiencia, el régimen, atemorizado ante el avance de su liderazgo
y gestión impecable, lo privó de su libertad.
Un abuso de autoridad y violación de derechos humanos que
quedará inscrito en los anales de la historia de Venezuela como uno de sus más
represivos, repulsivos y nauseabundos episodios. Es la irracionalidad hecha
gobierno.
El irrespeto a la voluntad popular, no se detiene en el caso
del Alcalde Metropolitano. Henrique Capriles triunfa en la gobernación de
Miranda. Respetan los resultados, pero le nombran un funcionario paralelo para
que administre el grueso de los presupuestos. Igual sucede con el gobernador de
Lara, Henry Falcón y ahora, lo hacen nada más y nada menos que con la Asamblea Nacional,
la cual fue elegida con una mayoría abrumadora, nunca vista en la historia
patria.
Una legitimidad incuestionable, pero vulnerada por una sala
(in) constitucional del TSJ, nombrada entre gallos y medianoche, ilegítima e
ilegal, pero dócil al régimen y cuyos magistrados actúan como perros
cancerberos de Miraflores. El Tribunal Supremo de la injusticia.

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