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Años de desinversión e inadecuada planificación han
contribuido al desplome de la producción petrolera del país miembro de la OPEP, que en 2016 sufriría su
mayor declive en 14 años pese a contar con unas de las mayores reservas de crudo
del mundo. Como resultado, PDVSA se ha visto forzada a importar cada vez más
para diluir su petróleo extrapesado.
Esa es la razón por la que en marzo la estatal acordó su
primera compra de crudo estadounidense a BP tras adjudicarle un contrato por el
que esperaba desembolsar 230,9 millones de dólares, o unos 31 dólares por
barril, por el envío prepagado de 7,4 millones de barriles durante el segundo
trimestre.
Pero los desembolsos se retrasaron considerablemente,
impidiendo que BP entregara los cargamentos a tiempo mientras se elevaba el
precio promedio a pagar por barril, ya que la firma británica tuvo que
recalcular algunos envíos y cobrarle a PDVSA los costos de mantener los barcos
anclados en espera.
El sobrecosto implica un nuevo golpe para Petróleos de
Venezuela (PDVSA), que se encuentra atrapada en una espiral donde la caída de
sus exportaciones y una débil balanza de pagos la llevan a continuar acumulando
facturas pendientes por pagar.
Las deudas con proveedores se han abultado más rápido mientras
la petrolera corre contra reloj para refinanciar bonos que vencen este año y el
próximo y así evitar desembolsos por más de 3.000 millones en el último
trimestre de 2016.
PDVSA cerró el año 2015 con una deuda financiera consolidada
de 43.751 millones de dólares. Sus problemas de liquidez han puesto en jaque su
capacidad para importar los diluyentes que necesita para formular barriles de
exportación, así como productos refinados para abastecer el mercado local.
En total, el precio promedio de los envíos de crudo hechos
por BP hasta mediados de agosto subió un 57 por ciento a 49 dólares por barril
(dpb), desde los 31,21 dpb planeados en marzo, por las demoras en los pagos
convenidos, según facturas y documentos internos.
En contratos para la compra de petróleo en el mercado
abierto, dos partes o más acuerdan volúmenes, fechas y tipos de crudo a
suministrar según términos exigidos por el importador.
Ya que Venezuela necesitaba los barriles, PDVSA y BP
acordaron nuevas ventanas de descarga para algunos tanqueros que acumulaban
semanas y hasta meses en altamar. Esto permitió a BP recotizar los despachos en
medio del alza global de los precios del crudo.
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