viernes, 28 de octubre de 2016

La importancia del estado de la economía para las PYMES, por Gonzalo de Anta – IEBSchool


Fuente Web
En estos momentos en los que la salida real de la crisis económica es una evidencia, no paramos de escuchar por parte de los agentes económicos (Gobierno, Patronal y Sindicatos) un sinfín de datos y estadísticas que para cualquier lector no muy experimentado puede llegar crear una gran confusión. En este artículo quiero resaltar la importancia y el papel que juegan las Pymes y cómo interviene la macro y la microeconomía en la evolución de la actividad económica española.

Los datos macroeconómicos son realmente ilusionantes: el PIB crece por encima de la media europea, España crea empleo a un ritmo mayor que sus vecinos y la balanza comercial es positiva.   Sin embargo la otra cara de la moneda está en la microeconomía que, habiendo mejorado ostensiblemente, no paramos de escuchar que la bonanza económica no se deja sentir en el ciudadano de a pie. Desde mi punto de vista esta expresión es incorrecta e injusta en tanto en cuanto ha crecido la demanda, el consumo de las familias aumenta y la confianza del consumidor crece. Naturalmente hay mucho trabajo por hacer, existe aún mucha inestabilidad  y ciertamente hay algunas empresas que habiendo resistido la crisis, sus estructuras productivas y financieras están realmente debilitadas.

La salida de una crisis económica conlleva inexorablemente a un resquebrajamiento interno tanto del tejido empresarial como del consumo privado. Aunque los cifras macro y micro a nivel global arrojen datos positivos, el desequilibrio en los intestinos del país es alto.

Con esto, la clave para que paulatinamente continuemos por la senda del crecimiento así como con un tejido empresarial más homogéneo y sin tantos desequilibrios pasa una vez más por el apoyo a las pymes y a los autónomos como verdaderos motores y dinamizadores de la economía. Todo lo que no sea centrar esfuerzo en crear palancas y apoyos financieros para estos colectivos será en vano si de verdad queremos una salida real de la crisis.

El tejido empresarial español se compone, en aproximadamente un 80%, de pequeñas y medianas empresas (Pymes), muchas de las cuales se caracterizan por su origen y carácter familiar, con problemas de financiación a corto y medio plazo. Por norma general ocurre de diferente manera en las grandes empresas en donde la financiación a largo plazo es el principal caballo de batalla. A ello se une cierta reticencia al cambio de rutinas y sistemas productivos antaño exitosos pero que en el contexto actual resultan poco eficientes. Esta reticencia a sumergirse en las nuevas tecnologías viene acompañada de la falta de recursos humanos capacitados para dar ese salto cualitativo hacía la búsqueda de nuevos nichos de mercado, los cuales pasan inevitablemente por ganar en competitividad y explorar el ámbito internacional.

La ausencia, además, de ayudas a la innovación y el desarrollo, unido a los obstáculos burocráticos y cada vez más pesadas cargas fiscales que soportan las pymes y autónomos, dibujan un panorama que no es el más propicio para el cambio de modelo productivo que requiere la sociedad española, que debe dejar atrás la economía del ladrillo cuya burbuja inmobiliaria se ha convertido en la gran responsable de la profunda y singular crisis económica que hemos atravesado en nuestro país.

En este sentido, conviene recordar que es cometido de la administración apoyar a los emprendedores y empresarios para que logren sobrevivir y puedan desarrollarse en un ambiente propicio, potenciando la creación de nuevas empresas y negocios que den salida a los futuros profesionales, ocupen el vacío existente en algunos terrenos, respondan a la demanda existente y, en suma, eviten la fuga de talentos y la pérdida capital humano, sin duda el recurso más importante que atesora la economía de un país.

Lea el informe completo aquí.

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