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Aquí los factores que marcarán los meses venideros:
– La vía institucional –
Es quizá la más difícil sobre todo tras la decisión del
Consejo Nacional Electoral (CNE) de congelar el referendo, avalando fallos judiciales
en varios estados que anularon, argumentando fraude, la recolección de firmas
con las cuales se solicitó la consulta a mediados de año.
Varias determinaciones del CNE ya habían dilatado el proceso
para sacar del poder a Maduro, favorecido además por sentencias del Tribunal
Supremo de Justicia (TSJ) que redujeron las facultades del Parlamento, de
mayoría opositora.
El pasado martes, el CNE aplazó para 2017, sin
explicaciones, las elecciones de gobernadores.
La coalición Mesa de la Unidad Democrática
(MUD) asegura que la justicia está “secuestrada” por el chavismo, que controla
los poderes del Estado, salvo la
Asamblea.
“Es falso que todas las vías institucionales se acabaron y
que, en lo jurídico, no hay nada que hacer”, afirma sin embargo el jurista José
Ignacio Hernández, para quien está en vigor la “soberanía popular” y el reto es
movilizarla.
Lo cierto es que es que es prácticamente imposible que
Maduro salga del poder mediante un referendo este año. Y si fuera revocado en
2017, el mandato que concluye en 2019 lo completará su vicepresidente.
– La calle –
La oposición insiste en que, ante el cierre de los caminos
legales para cambiar de gobierno, se impone la presión en la calle.
Ese argumento se soporta en el fuerte rechazo a la gestión
de Maduro: 76,5% la reprueba, mientras 62,3% votaría por revocarlo y 90,5%
evalúa negativamente la situación del país, según Datanálisis.
Además de las legislativas de diciembre pasado, en las que
ganó de forma aplastante, la MUD
dio una contundente muestra de apoyo el 1 de septiembre, cuando movilizó a
cientos de miles de personas en Caracas a favor de la consulta. Pero las
manifestaciones posteriores han sido muy modestas.
“Ha demostrado tener poder de convocatoria, pero la gente
tiene su propio criterio de eficacia política”, opina el politólogo Luis
Salamanca, quien sostiene que el venezolano va más a votar que a protestar.
Por ello, el analista Luis Vicente León considera que la
suspensión del revocatorio le quita a la
MUD el motor de las manifestaciones.
En todo caso, los expertos coinciden en que el gran desafío
de la oposición será hacerle entender al gobierno, en la calle, el elevado
costo de aferrarse al poder pese al rechazo popular.
“Si no hay una reacción inmediata y eficaz (…), incluida una
movilización masiva, la dictadura pura y dura se puede imponer. Si la oposición
no juega duro, no habrá retroceso”, advierte el académico Benigno Alarcón.
– El descontento –
Frente al descontento, el gobierno ha puesto en marcha una
serie de medidas para paliar la crisis, reflejada en una escasez de 80% de
alimentos y medicinas, y una inflación que el FMI proyecta en 475% para 2016.
Desde hace varios meses vende productos subsidiados en
sectores populares, y flexibilizó el control de precios para garantizar un
mayor margen de ganancia a los productores. Los anaqueles están mejor
abastecidos, pero los costos resultan absurdos frente a un ingreso mínimo legal
de unos 100 dólares.
Al mismo tiempo, hace un intenso cabildeo en la OPEP -de la cual Venezuela es
socio- y fuera del cartel para elevar las cotizaciones del petróleo, generador
de 96% de las divisas de este país que alberga las mayores reservas de crudo
del mundo y dependiente de las importaciones.
Un acuerdo para reducir la producción de la OPEP ha empujado los precios
al alza, pero aún es incierto si será suficiente para conjurar la crisis.
– La
presión internacional –
Las mayores críticas frente a lo que consideran derivas
autoritarias del gobierno provienen de Estados Unidos, el Mercosur y España,
así como del secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis
Almagro, al que la oposición pedirá que active la Carta Democrática,
una sanción diplomática que en el peor de los casos llevaría a la expulsión de
Venezuela del organismo.
– El factor militar –
Benigno Alarcón considera que con la decisión del CNE se ha
impuesto el sector radical del chavismo, que podría fracturarse, lo que
presagia una escalada del conflicto.
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