jueves, 10 de agosto de 2017

Distritos Petroleros en CCS, por Henry Vicente Garrido – ProDavinci

El presente artículo, segundo de una serie, forma parte de una línea de investigación sobre la modernidad venezolana desarrollada por los autores en el área de la teoría e historia de la arquitectura y el urbanismo de la Universidad Simón Bolívar. En esta oportunidad, en conjunto con la Fundación Espacio y el Archivo Fotografía Urbana, en el marco del proyecto CCScity450, se exploran aspectos que supusieron una transformación del paisaje urbano caraqueño en relación con el trasiego de ideas y formas entre los Estados Unidos y Venezuela.

Si bien el proyecto de modernización urbana venezolana ha sido producto en gran medida del impacto petrolero, no sería hasta las décadas de 1940 y 1950 que las multinacionales petroleras construirían sus edificios-sede en Caracas. Esta decisión indicaría un sesgo temporal y programático en la actuación de dichas empresas en el territorio. Tras casi cuarenta años de presencia, sustentados en un esquema de ocupación nómada, altamente utilitario, de pronto incidían en el paisaje urbano a través de edificios que serían la imagen legible de lo que hemos denominado Distritos Petroleros, enmarcando así los diversos sectores en los que se fueron desenvolviendo, bajo una condición urbana particular, intereses, servicios, dinámicas y residencias asociados a dichas petroleras, teniendo a dichas sedes como núcleos de centralidad.

Presencia de las compañías petroleras en Caracas 1920-1940

Las compañía petrolera británico-holandesa Shell y la estadounidense Standard Oil, cuya importancia en el país creció a partir de la década de 1920, basaron su actividad en una política de extracción y exportación, sin ningún tipo de arraigo, que se correspondía perfectamente con la fundación de campamentos petroleros (Fig. 1), en los que desarrollaron paisajes y estándares de vida muy distintos a los existentes en el país. Sin embargo, su presencia en la capital fue discreta. La sede de la Shell, por ejemplo, ubicada en la esquina de Mijares, no representaba sino una división más de la compañía. Las oficinas de la Standard Oil se ubicaron hasta 1928 en la sede de la West Indian Oil Company, entre las esquinas de Marrón y Cují. Ese mismo año se trasladaron a la llamada “Casa del Príncipe”, en la Plaza España (Fig. 2). Para 1929 Venezuela era el mayor exportador de petróleo en el mundo y en 1932 la Standard Oil se convirtió en la mayor empresa petrolera de Venezuela. Ese año se mudó a una casa ubicada entre Veroes y Jesuitas, que fue ampliada al año con la adquisición de la casa vecina. Allí permaneció la Standard hasta 1940, cuando dicha casa se convirtió en la sede del Banco Central de Venezuela.

Así pues, para la época del gobierno de Eleazar López Contreras, las oficinas de la Standard Oil habían tenido varias sedes, y todas ellas, al igual que las de la Shell, se ubicaban en el centro de Caracas, lugar de las actividades financieras y comerciales de la ciudad.

El campamento minero como imagen mental de un país.
Cleveland, Oklahoma, 1905 / Mene Grande, sin fecha

Sedes que son elocuentes.
Edificio Standard Oil, Los Ángeles, 1926. George W. Kelham
Sede Standard Oil, antigua Plaza España, Caracas, 1928

Decisión de edificar las sedes de las compañías petroleras en Caracas 1940-1945

En la década de los 40 se promovió un cambio en las relaciones de las petroleras con el país. Como marco fundamental de dicho cambio hay que destacar la Ley de Hidrocarburos de 1943. Dicha Ley fue posible gracias a la coyuntura de la guerra y se convirtió en un hito de la transformación de Venezuela en una nación petrolera y, como ha remarcado Fernando Coronil, confirmó el papel dual del Estado “como poder soberano y como terrateniente”. Como requerimiento especial de la Ley, se dispuso que el diez por ciento del petróleo extraído de las nuevas concesiones debía ser refinado en el país. Igualmente, es pertinente señalar la relación que Estados Unidos y Venezuela sostuvieron a lo largo de la Segunda Guerra Mundial, dada la condición del país como principal surtidor durante el conflicto, así como la “Política del Buen Vecino” de Roosevelt. También resulta clave para entender los procesos del momento la nacionalización del petróleo llevada a cabo en México y Bolivia.

Este conjunto de hechos obligó a las principales compañías petroleras tanto a construir refinerías en el territorio venezolano como a edificar sus sedes principales en Caracas, cambiando la tradicional política de adquisición o alquiler de edificaciones en el centro de la ciudad. La Creole inauguró la Refinería de Amuay en 1950, y la Shell la de Cardón en 1949. En cuanto a las sedes, en 1940 ya la Standard Oil había comenzado un proceso de división en distintas sedes: una parte de la compañía se mudó al edificio Zingg, el resto se ubicó en una casa situada entre las esquinas de Cuartel Viejo y Pineda. En 1943 tomó la decisión de consolidar todos sus intereses en Venezuela en una sola compañía: la Creole Petroleum Corporation. Esta decisión conllevó a centralizar las oficinas en una sola sede. Igualmente, la Shell decidió hacia 1945 centralizar la dirección de la empresa en Caracas, lo que implicó, por supuesto, la construcción de un edificio digno de tal propósito.

Distritos Petroleros en Caracas

Tal como ha señalado Lorenzo González Casas, “un nuevo estrato de modernidad apareció en Caracas a mediados del siglo XX. Tres procesos contribuyeron de manera decisiva a la conformación de dicho estrato: la profunda transformación de la estructura social urbana, la voluntad de creación de un medio físico nuevo y una amnesia histórica generalizada”. Como hemos señalado en otro artículo, el petróleo proveyó mucho más que divisas a Venezuela; proveyó los medios para “intentar” alcanzar la modernidad.

El concepto de Distrito Petrolero permite visualizar las diversas zonas de la ciudad en las que se fueron desenvolviendo los intereses y las dinámicas asociados a las petroleras, fundamentados sobre una matriz física e ideacional común y un “estilo de vida” nuevo, cuyo correlato fue la irrupción de procesos de segregación espacial y urbana, identificables con la noción de “campamento” y de suburbio, y con criterios de representación opuestos a una “otredad”, anacrónica, que no conjugaba con el afán “modernizador” de dichos Distritos. Estos “Distritos” fueron trasladándose en el mapa de la ciudad a medida que se iban mudando las corporaciones petroleras, pero todos ellos compartieron un imaginario común de “intensificación de la modernidad” sustentado en un singular nivel de equipamiento y servicios respecto a otros territorios urbanos. Se caracterizaron también por una forma de ocupación que planteaba la reunión del trabajo y la residencia en un mismo territorio, “replicando” en este sentido la experiencia de los campamentos petroleros.


Lea el informe complete aquí.

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