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Foto: AFP |
El mundo hispanohablante tiene una salud de hierro: el
español es la segunda lengua más hablada en el mundo, geográficamente ocupa
vastas zonas, pero enfrenta el reto de la competitividad en una economía sujeta
a las leyes de la tecnología regida por el inglés.
"Tuvimos entre los siglos XVI y XIX un lenguaje
técnico, que pasó a ser un lenguaje político y guerrero", recordó Juan
Luis Cebrián, expresidente del grupo Prisa y académico de la Real Academia
Española (RAE), durante la tercera jornada del Congreso Internacional de la
Lengua Española que se celebró hasta ayer en Córdoba (Argentina) bajo el título
"América y el futuro del español. Cultura y educación, tecnología y
emprendimiento".
Y en la educación puso su foco Pablo Aristizabal,
catedrático de la Universidad de Buenos Aires, para conseguir que el español
gane peso en el mundo: "Lo más impactante de todo es que para entender,
para observar, para innovar, para comprender se necesita mucho más que las
habilidades cognitiva básicas que nos enseñan en la escuela, y que nos
sirvieron para la era industrial".
El diccionario de la RAE tiene unas 90.000 palabras;
"El Quijote", 22.000; un niño de dos años maneja unas 100, mientras
que un joven sin estudios secundarios, 2.500, y un ciudadano medio está sobre
las 10.000, pero para entender un periódico se necesitan 4.000, explicó
Aristizabal, que aseguró que no se puede abandonar la literatura, ya que
"sin lenguaje se favorece y consolida una nueva forma de esclavitud".
Los datos muestran que el mundo hispanohablante no es
tan fuerte en el sector económico como en su capital humano. 577 millones de
personas, el 7,8% de la población mundial, habla el español, pero el porcentaje
de la riqueza mundial vinculada a esta lengua es del 6,9%, muy lejos del 18,2%
del mandarín y del 32,4% del inglés, según datos de la ONU.
Para Aristizabal, el gran reto que tiene el español es
construir una escuela a la que pueda acudir el 100% de los niños, ya que sin
lenguaje "se favorece y se consolida una nueva forma de esclavitud".
"El emprendimiento" en los países
hispanohablantes, se quejó Ángeles Heras, secretaria de Estado de
Universidades, Investigación, Desarrollo e Innovación de España, no lo enseñan
ni en la secundaria ni en universidades. "Nos falta lenguaje de negocios
en buen español, y nos hacen falta referentes de empresarios y emprendedores
que hablen español y que sean modelos a seguir para el resto de la
sociedad".
Menos poder
Donde también cae el español es en poder o influencia
como idioma, un baremo calculado en base a varias variantes como extensión y
dispersión demográfica, peso económico, capacidad de comunicación, utilización
como instrumento de transmisión del conocimiento y su uso en el ámbito de la
diplomacia.
Allí se ubica en el cuarto puesto, por detrás del
inglés, el mandarín y el francés, a pesar de que este último tiene cerca de la
mitad de hablantes que el español, según el estudio "El español: una
lengua viva" del Instituto Cervantes.
"La competitividad del español como lengua para la
innovación y el emprendimiento es algo que no admite dudas, lo que nos falta es
incentivar nuestro peso diplomático", aseguró por su lado Carmen Noguero
Galilea, secretaria del Instituto Cervantes.
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