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El secretario
General de la ONU, Antonio Guterres, pidió hoy reglas globales para
minimizar el impacto de las guerras cibernéticas en los civiles, al
considerar que los "ciberataques masivos" serán la
vanguardia de los futuros conflictos bélicos como antes eran los
bombardeos.
"Ya existen
episodios de guerra cibernética entre Estados. Lo que es peor es que
no existe un esquema regulatorio para ese tipo de guerra, no está
claro cómo se le aplica la Convención de Ginebra o el derecho
internacional humanitario", sostuvo Guterres en un discurso en
la Universidad de Lisboa.
"Estoy
absolutamente convencido de que, a diferencia de las grandes batallas
del pasado, que se iniciaban con un bombardeo de artillería o
bombardeo aéreo, la próxima guerra comenzará con un ciberataque
masivo para destruir la capacidad militar. Y paralizará la
infraestructura básica, como las redes eléctricas", afirmó.
El titular de la ONU
postuló que sea el organismo el lugar en que gobiernos y científicos
se reúnan para elaborar las reglas que garanticen "un carácter
más humano" a los conflictos vinculados a la tecnología, y que
permitan mantener a Internet como "un instrumento al servicio
del bien".
Asimismo, instó a
los diversos actores a trabajar más rápido ya que los tiempos
tradicionales -en los que la elaboración de reglas puede demorar
décadas- son demasiado lentos para la escena tecnológica, que
evoluciona con mayor velocidad.
Diversos conflictos
ocurridos en los últimos años han incluido el uso de herramientas
digitales, muchas de ellas usadas por expertos informáticos al
servicio de estados, apuntadas contra infraestructura básica,
servicios públicos y empresas de sectores estratégicos.
Probablemente el
último de estos episodios haya sido el ataque protagonizado por el
gusano NotPetya, que en junio de 2017 afectó a cientos de empresas
en 65 países aunque el foco estuvo puesto en Ucrania.
Si bien esta
herramienta simulaba ser un ransomware -un tipo de malware que
encripta equipos o archivos y exige un pago para liberarlos-, en
realidad fue la puesta en acción de un destructor, un arma de la
ciberguerra, según coincidieron especialistas.
Este gusano se
propagó por las redes internas de cientos de empresas y organismos
que utilizan el software de contabilidad MeDoc, desarrollado en
Ucrania, y destruyó los archivos y el arranque de las computadoras
que infectó, lo que afectó fuertemente al sector empresarial de ese
país.
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