miércoles, 6 de junio de 2018

Rusia quiere unicornios y no parará hasta conseguirlos, por Montse Hidalgo Pérez – El País

Fuente Web

A primera vista, las únicas diferencias entre Startup Village y otras ferias de emprendimiento tecnológico son el cirílico y las mantas. Están las tarimas, los bucles de música electrónica, los maletines, las gorras corporativas, los voluntarios alineando sillas, los stands y un inclemente viento gélido que nadie tenía previsto.

La sexta edición de la cumbre 'estartapera' rusa por excelencia tiene su sede en Skolkovo, la miniciudad que pondrá a Rusia en el mapa de los unicornios, si los inversores quieren. Al filo del bosque, se mezclan conjuntos arquitectónicos modernos, carpas blancas, food trucks y las obras: un 65% del lugar, que empezó a levantarse en 2012, continúa en construcción.

¿Dónde están los rublos?

El último edificio que se inauguró en este Silicon Valley a la rusa -con mantas y una notable participación estatal en financiación-, se llama Matrioska. Matrex para los forasteros. Fuera del vientre de este bloque acristalado, los ponentes plantan cara al viento. “Hace mucho frío aquí fuera. Me mudé de Inglaterra a California para huir de esto”. El clima ha ganado esta batalla a Aubrey de Grey, pero el investigador jefe de la SENS Research Foundation tiene contiendas más importantes que librar. Por ejemplo, convertir el envejecimiento en proceso reversible dentro de los próximos veinte años: “Estas técnicas de rejuvenecimiento no te detendrán en tu edad, sino que te devolverán a la juventud”. A la cruzada del británico han sumado sus recursos el fundador de Ethereum, Vitalik Buterin, y Michael Antonov, de Oculus. “Los donantes rusos se han vuelto muy prominentes”, asegura.

Parte de la misión de Skolkovo es crear un nuevo sistema circulatorio para la inversión privada en Rusia. “Tenemos fondos de capital riesgo con inversores para rondas A y B, pero las primeras fases son difíciles en cualquier lugar del mundo ”, argumenta el finlandés, Pekka Viljakainen, que ha estado implicado en el proyecto desde sus inicios, como asesor. En este contexto, la mayoría de las startups que se desarrollan al calor de este centro dan sus primeros pasos con el impulso de la financiación pública. “Estamos intentando construir la mejor cultura de business angels: que además del dinero tengas consejo”.

Primero fueron las vacas

Por el mismo prado donde hace menos de diez años campaban las vacas, circula ahora un dragón de tres cabezas que reparte folletos de IPChain, un proyecto conjunto de diferentes entidades para fortalecer la protección de la propiedad intelectual a través del blockchain. Unos metros más allá, la carpa de la aerolínea IP7 aprovecha la glacial coyuntura meteorológica para cambiar mantas por suscripciones.

El éxodo de las vacas abrió camino a más de 1.800 startups. “Aquí nos concentramos en todas las áreas tecnológicas. Lo tenemos todo: IOT, eficiencia energética, biomedicina, agricultura, industria… Creo que esto es bueno porque en el mundo moderno todas las tecnologías son muy complejas. Si algún socio industrial nos pide algo, no hay un escenario en que no tengamos una empresa dedicada a ello", asegura Igor Drozdov, presidente de la junta directiva de la fundación. Este Startup Village ha sacado a jugar a medio centenar de ellas: sistemas de pago, materiales ultrarresistentes, cristales térmicos, bebidas de algas, exoesqueletos, métodos de encriptación… Ochenta centímetros en un stand de madera durante dos días para encandilar al inversor de los huevos de oro.

El talento no es problema. “Todo viene de la educación. Los rusos son buenos en ingeniería, construcción de software, matemáticas…”, explica Igor Bogachev. Este cóctel ha resultado clave para que el que fuera vicepresidente de Skolkovo durante cuatro años dirija ahora Zyfra una empresa de IOT e inteligencia artificial en pleno crecimiento tras un solo año de vida. “Este verano iremos a China”, adelanta. Sin embargo, la velocidad de Bogachev responde en parte a la compra de varias empresas menores.

Conseguir impulso suficiente para cruzar las fronteras rusas es más difícil para quien parte de cero. “No basta hablar inglés y hacer buenas presentaciones”, añade Drozdov. Un hueco en Skolkovo es el billete dorado. Un 85% de las solicitudes para acceder a la lanzadera de startups rusa resultan rechazadas. Las propuestas son revisadas por un equipo independiente. “Tenemos un panel externo de unos 800 expertos de todo el mundo”. Cada propuesta se asigna a diez examinadores seleccionados aleatoriamente. Si seis de ellos la valoran positivamente, las puertas de la fábrica de chocolate se abren de par en par. Si no, siempre se pueden seguir comprando chocolatinas. “Los expertos suelen añadir anotaciones sobre posibles mejoras. Y no tenemos ningún limite sobre las veces que se puede presentar una propuesta”.

De Moscú al mundo

Aunque los emprendedores rusos no tienen una ruta predefinida para iniciar la conquista, algunos países se muestran más propicios. “Tenemos colaboraciones muy exitosas con China y los inversores chinos están muy interesados en las startups rusas”, explica Drozdov. En este saco entrarían también los mercados de Japón y Corea del Sur. Además, Skolkovo tiene el ojo puesto en Latinoamérica, y viceversa, especialmente en lo que a agricultura se refiere. “Buscamos el camino fácil. Los grandes mercados. Rusia no es suficiente”.

¿Y el unicornio para cuándo? “Para tener un unicornio, en el 99% de los casos necesitas inversores o socios industriales. Convertirte en un gigante sin ayuda externa es muy difícil”, razona Drozdov. Para lograr el empujoncito definitivo, Skolkovo trata de atraer el interés de las grandes compañías rusas, tradicionalmente poco interesadas en buscar innovación más allá de su departamento de I+D. “Suelen creer que pueden hacerlo todo solos, pero creo que las cosas están cambiando”, asegura.

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