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Así se ha afirmado en un artículo
publicado en Nature Climate Change. Los autores, de diversas
universidades del mundo, han calculado los efectos de que los países
y los mercados sigan invirtiendo en la extracción de combustibles
fósiles como el petróleo en un momento en que los avances
tecnológicos y las medidas de protección del medioambiente están
reduciendo la demanda.
Los científicos confirman la
existencia de una "burbuja de carbono" que, si no se
desinfla pronto, "podría llevar a una pérdida de riqueza
global de entre 1 y 4 billones de dólares, comparable con la que
provocó la crisis financiera de 2007".
Los expertos construyeron modelos del
declive de la demanda usando unas nuevas técnicas que permiten
"comprobar la implantación de las tecnologías de bajo carbono
(sean para generar energía o hacer funcionar coches o para los
hogares) en base a datos empíricos", se explica en la revista.
Calcularon entonces lo que esta
sustitución energética costaría a las economías de los países y
hallaron que, mientras que productores como Estados Unidos o Rusia
verían mermado su producto interior bruto (PIB), consumidores como
China o la Unión Europea se beneficiarían de la transición.
También calcularon qué pasaría si
EEUU, líder en la producción de petróleo de lutita y que se ha
desmarcado del Acuerdo de París sobre cambio climático, sigue
invirtiendo en combustible fósil en lugar de desinvertir esos
activos y diversificar su economía.
Jean-François Mercure, de la
universidad holandesa de Radboud, advierte de que, con la reducción
de la demanda, "la producción de combustible fósil en EEUU
dejará de ser competitiva y puede cerrar", por lo que este país
saldría más beneficiado si acepta el Acuerdo de París, dado que
ello le llevaría a desarrollar fuentes de energía alternativas, con
la consiguiente creación de empleo.
Mercure explica que, si los países
siguen invirtiendo en la producción, extracción y distribución de
los combustibles fósiles, a pesar del declive de la demanda,
"acabarán perdiendo dinero en estas inversiones, además de las
pérdidas por la reducción de las exportaciones".
"Los países deberían desinflar
con cuidado la burbuja de carbono a través de la inversión en otros
sectores y de una desinversión progresiva" de los activos de
combustible fósil, dice. "Cómo se haga esto determinará el
impacto en el sector financiero de la actual transición hacia el
bajo carbono", añade.
Hector Pollitt, de la inglesa Cambridge
Econometrics y C-EENRG, apunta que el estudio demuestra "la
discrepancia entre la reducción del consumo de combustible fósil,
para cumplir con los objetivos de carbono, y el comportamiento de los
inversores".
Los científicos sostienen que se
podría limitar todavía más el impacto económico de la transición
hacia una economía de bajas emisiones si este cambio se hace
"antes". "La desinversión es la conducta más
prudente", afirma Mercure, que aconseja a las empresas, los
fondos de pensiones y las instituciones "mirar donde invierten
su dinero".
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