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Entre los primates antropoides, los seres humanos están más
estrechamente relacionados con los chimpancés, gorilas, orangutanes y gibones.
Nuestro antepasado común con los chimpancés vivió en África hace entre 6 y 7
millones de años y gracias a los fósiles hallados por los científicos sabemos
cómo evolucionaron los seres humanos desde entonces.
Sin embargo, poco se conoce de la evolución del ancestro
común de todos los monos y los humanos anterior a hace 10 millones de años.
Esto se debe a que los fósiles de este período son escasos y consisten
principalmente en dientes y huesos parciales de mandíbula, lo que ha hecho
difícil responder a si este antepasado se originó en África y cómo era.
Una investigación realizada por un equipo internacional
liderado por Isaiah Nengo, científico de la Universidad Stony Brook (EE UU),
permite ahora abordar mejor estas preguntas. El trabajo, publicado en Nature,
describe un fósil recién descubierto, apodado Alesi por sus descubridores.
El fósil pertenece al cráneo infantil completo de un mono
extinto. Muchas de las partes más reveladoras del cráneo se conservan dentro
del fósil. Por esta razón, los científicos utilizaron un equipo extremadamente
sensible de imágenes de rayos X y en 3D del sincrotón de Grenoble (Francia)
para visualizarlas.
"Hemos sido capaces de observar la cavidad cerebral,
los oídos internos y los dientes adultos que aún no habían salido con su
registro diario de líneas de crecimiento", asegura Paul Tafforeau,
investigador de la instalación europea.
"La calidad de nuestras imágenes es tan buena que podemos
establecer por los dientes que el bebé tenía alrededor de un año y cuatro meses
cuando murió", añade.
Un mono con
apariencia de gibón
Los dientes adultos que aún no habían salido dentro del
cráneo de la cría de mono también indican que se trata de una nueva especie,
denominada Nyanzapithecus alesi. Hasta ahora, todas las especies de
Nyanzapithecus que se conocían era solo por sus dientes, y también era una
cuestión abierta si eran o no monos.
El cráneo de Alesi tiene el tamaño de un limón, con la parte
inferior de la cara notablemente pequeña, parecida a la de una cría de gibón.
“Esto nos daba una impresión inicial de que se trataba de un gibón extinto. Sin
embargo, nuestros análisis demuestran que esta apariencia no es exclusiva de
esta especie y que evolucionó varias veces entre monos extintos, actuales y sus
parientes", dice Chris Gilbert, investigador del Hunter College de Nueva
York (EE UU).
Lo que indica claramente que no era como un gibón es el
órgano del equilibrio de sus oídos internos. "Los gibones son conocidos
por su rapidez y comportamiento acrobático en los árboles, pero los oídos
internos de Alesi demuestran que tenía una forma mucho más cautelosa de
moverse", comenta Fred Spoor, de la Universidad College de Londres (Reino
Unido) y el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva (Alemania).
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