Foto: Bloomberg |
El presidente estadounidense, Donald
Trump, se enfrenta a un acto de malabarismo complicado, pues intenta
persuadir a China, India y otros países de sumarse a su gobierno
para imponer sanciones petroleras en contra de Irán al mismo tiempo
que presiona a Venezuela.
Debido a que Venezuela e Irán son
gigantes petroleros que compiten por los mismos mercados, presionar a
uno podría terminar por ayudar al otro. En cambio, si se presiona a
los dos, los precios del petróleo podrían dispararse.
En protesta por lo que acusan son
abusos electorales y violaciones a los derechos humanos en Venezuela,
los funcionarios del gobierno de Trump han advertido que el gobierno
de Nicolás Maduro podría enfrentar sanciones financieras más
duras, entre ellas medidas que le dificultarían aún más exportar
petróleo.
El gobierno de Trump también está
trabajando para reducir las exportaciones de petróleo de Irán ahora
que retiró a Estados Unidos del acuerdo nuclear. Si Irán y los
otros países que firmaron ese pacto en 2015 acuerdan mantenerlo sin
Estados Unidos, Washington planea impulsar una serie de medidas
punitivas, como sanciones contra los bancos de los países que no
reduzcan las importaciones petroleras de Irán.
Si se imponen medidas simultáneas en
contra de los gobiernos de Irán y Venezuela, se complicaría más un
juego geopolítico, en el que es probable que países sedientos de
comprar energéticos busquen maneras de evitar las sanciones y en el
que adversarios energéticos busquen formas de sacar ventaja.
“Es difícil que Estados Unidos
emplee dos conjuntos de sanciones al mismo tiempo y no perturbe los
mercados petroleros en momentos en que están tan tensos como lo
están ahora”, dijo Amy Myers Jaffe, una experta en energía del
Consejo de Relaciones Exteriores.
China e India son los principales
compradores de crudo iraní y también sus mercados atraen el 40 por
ciento de las exportaciones venezolanas, las cuales se han desplomado
por una mala gestión, la deuda y las sanciones financieras de
Estados Unidos al régimen chavista.
Los dos países asiáticos y otras
naciones importadoras no tendrán más opción que remplazar los
barriles perdidos con ventas provenientes de Arabia Saudita, Rusia
—uno de los principales exportadores del mundo— o de los pocos
miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo
(OPEP) que tengan la misma capacidad para vender más petróleo.
Irán y Venezuela, ambos miembros de la
OPEP, siguen siendo proveedores claves de los mercados del mundo,
pues juntos abastecen cerca de uno de cada veinte barriles. Los
obstáculos que enfrentan en la actualidad están entre los factores
que han llevado a un aumento de casi veinte por ciento en los precios
internacionales del petróleo en meses recientes (el crudo Brent, la
referencia a nivel internacional, ronda casi 80 dólares el barril),
lo cual amenaza el crecimiento económico global.
En los últimos tres años, los dos
países han tenido un subibaja de producción. Aunque las
exportaciones de petróleo iraní se han recuperado de las sanciones
impuestas antes del acuerdo, firmado para restringir su desarrollo
nuclear, las exportaciones de Venezuela se han desplomado. Ahora,
podrían desplomarse en conjunto.
La producción de Venezuela es la más
baja en tres décadas: tan solo desde finales del año pasado, ha
caído en más de 200.000 barriles por día. En la actualidad, más
de una tercera parte de su millón restante de barriles de
exportación diarios está en riesgo por el colapso que enfrenta la
petrolera estatal PDVSA, por las sanciones y por una nueva
confrontación con la multinacional energética ConocoPhillips.
Esta ha embargado cargueros de una
refinería que arrienda en Curazao, así como varias instalaciones de
almacenamiento en Aruba, Bonaire y San Eustaquio, para imponer un
decreto de arbitraje de 2000 millones de dólares en contra de PDVSA.
Las instalaciones se usaban para mezclar el crudo pesado de Venezuela
con petróleos más ligeros, y el puerto de Curazao era capaz de
recibir a los buques petroleros más grandes que solían enviar crudo
y otros combustibles por el Pacífico.
Puede que Venezuela espere que los
derechos de retención sean revocados, ya sea por medio de tribunales
internacionales o por medio de los gobiernos de las islas,
preocupados por proteger los empleos locales y los suministros de
combustible. No obstante, debido a que desde el año pasado el país
se ha retrasado cada vez más en los pagos de su deuda, lo más
probable es que las empresas mineras y petroleras intenten embargar
más activos de PDVSA en los meses próximos. Esto limitaría aún
más las importaciones asiáticas de petróleo venezolano.
Los próximos días, Venezuela podría
enfrentar más problemas.
Los funcionarios del gobierno de Trump
han advertido que podrían imponer sanciones adicionales al petróleo
venezolano después de las elecciones del domingo. Washington podría
restringir el seguro a los cargamentos petroleros de Venezuela o
prohibir las ventas estadounidenses del crudo ligero que se mezcla
con el crudo pesado de Venezuela, con el fin de prepararlo para la
exportación. Es menos probable que haya una prohibición total a las
importaciones del petróleo venezolano, aunque es posible.
En ese caso, al haber menos petróleo
en los mercados internacionales, China e India posiblemente evitarían
las sanciones estadounidenses a Irán para proteger sus necesidades
energéticas.
Sin embargo, en esta maniobra compleja
sobre sanciones, otras naciones también enfrentan riesgos, como
Rusia y China. En el caso iraní, China tendría un altercado con
Washington por oponerse a las nuevas sanciones cuando intenta aliviar
las tensiones relacionadas con el comercio y con la península de
Corea. Rusia podría dañar sus cálidas relaciones con Arabia
Saudita, el acérrimo rival de Irán, justo cuando está trabajando
con los sauditas para limitar la producción de petróleo en el mundo
y fortalecer los precios.
En Venezuela, en años recientes Pekín
ha intentado obtener una fuente estable de energía por medio de
préstamos que ascienden a más de 50.000 millones de dólares a
cambio de cargamentos de petróleo, pero en fechas recientes ha
evitado profundizar en la relación. Hace poco, Rusia otorgó dinero
al gobierno tambaleante y le ayudó a crear una criptomoneda mientras
adquiere yacimientos petroleros a bajo costo.
Un colapso del gobierno venezolano
podría poner en riesgo el pago del dinero que este le debe a China y
las futuras adquisiciones de yacimientos petroleros de Rosneft, la
empresa petrolera de Rusia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario