miércoles, 6 de junio de 2018

Innovación solidaria: ideas al servicio del otro, por Laura Reina – La Nación

Fuente Web

"Yo ya gané. Acá somos 27ganadores, no hay perdedores", es la frase más repetida por los 27 finalistas que llegaron hasta aquí para participar de la gran final de Chivas Venture, el evento de emprendedurismo social que reúne a start ups de todo el mundo que buscan crear un cambio positivo en su entorno.

Y aunque a priori puede parecer una frase hecha, soltada más por compromiso que por convicción, (sobre todo cuando hay en juego nada menos que un millón de dólares a repartir) basta con hablar con cada uno de los 27 elegidos para darse cuenta de que en su fuero íntimo ya se sienten ganadores por el solo hecho de haber llegado hasta acá, a la ciudad de los tulipanes, y tener la posibilidad de hacer florecer sus proyectos ante la mirada de otros empresarios y actores sociales. Porque este año la gran novedad fue la alianza de Chivas Venture con The Next Web (TNW), el festival tecnológico más grande de Europa, que se desarrolló en simultáneo con la gran final y en el que las empresas de tecnología más importantes del Viejo Continente dijeron presente.

Pero resulta que sí hubo un ganador. En realidad, cinco de los 27 lograron el objetivo de llegar hasta la gran final celebrada y tres fueron los que finalmente se repartieron el millón de dólares que la marca de whisky insignia de la compañía Pernod Ricard otorga todos los años a los emprendedores para que lleven adelante sus proyectos o darle un nuevo impulso si es que ya están en marcha. Este año, el jurado -integrado por el CEO y presidente de Pernod Ricard Alexandre Ricard, Kresse Wesling, Sheila Herrling (emprendedoras sociales) y el rapero Will.I.Am, de Black Eyed Peas- se centró más que nada en el tema empleabilidad, de ahí que el gran ganador (se alzó con 350 mil dólares más otros 50 mil por haber llegado a la instancia final) haya resultado Cemal Ezel, creador de Change Please, una start up de origen británico que busca reducir los "sin techo" en el Reino Unido.

Con coffee trucks (en realidad son unas pintorescas vans rosas) estacionados en distintos puntos estratégicos de Londres atendidos exclusivamente por homeless, la empresa busca solucionar el problema habitacional de la isla en tan solo 10 años dándoles empleo y una paga digna a un creciente número de personas en situación de calle. Su lema "Good coffee doing good", y el concepto de terminar con los "sin techo" logró convencer a los miembros del jurado al punto de eligirlo como el gran ganador de esta edición.

En el camino, quedaron algunos emprendimientos realmente más interesantes y a priori bastante más creativos que el de Change Please, pero sin duda con menor impacto social en su entorno. Entre ellos, el de la local Jalila Essaidi (se alzó con el segundo puesto y 250 mil dólares) que a través de su empresa Mestic crea bioplástico utilizando el estiércol de vaca que no se usa para abono. Con su empresa busca no solo dar un destino un tanto más útil a ese deshecho sino también bajar los gases que emanan de él y que son grandes contaminantes de la atmósfera.

O el caso del español Eric Sicart, creador de Braibook y elegido por el público como favorito a través del voto en vivo en redes sociales que se quedó en tercer lugar y ganó US$150.000 con su e-reader (un dispositivo muy pequeño diseñado para que personas con discapacidad visual puedan leer y aprender en Braile). Otro que ni siquiera estuvo entre los finalistas, pero que valió el reconocimiento casi unánime de los que participaron fue el del chileno Héctor Pino, que hace agua a partir de la captura de partículas de aire. O mismo el del argentino Carlos Costa y su OTTAA Project, que busca hacer posible la comunicación para personas que no pueden hablar mediante el uso de pictogramas (códigos de comunicación universal conformados por una imagen que representa un acción u objeto).

"Esos pictogramas existen en una especie de libro. Nosotros cargamos esas imágenes a una app que se baja en cualquier dispositivo y hacemos la comunicación mucho más fácil, le devolvemos la voz a aquellos que la perdieron", cuenta Carlos, que habla de OTTAA con el orgullo y el amor de un padre cuando le preguntan por su su hijo.

De Oxford, TEDx y Tecnópolis

Esta suerte de parque tecnológico apartado del centro de la ciudad (cualquier similitud con Tecnópolis es pura coincidencia) terminó de ser el marco ideal para la gran final. Antes de la decisión del jurado, los cinco finalistas (los otros fueron Diana Yousef de Estados Unidos con su Water Labs, un inodoro portátil y desechable que no necesita agua para funcionar y Lim Yuet Kim con The Picha Project, un servicio de catering que da trabajo a familias de bajos recursos en Malasia) subieron al escenario tuvieron que "vender" su empresa al jurado en apenas cinco minutos al mejor estilo de las charlas TEDx. Un último discurso breve, conciso, y sin dudas cargado de emotividad donde los cinco elegidos sacaron a relucir las herramientas de oratoria adquiridas en la semana de capacitación que los 27 finalistas recibieron en la Universidad de Oxford antes de la gran final.

Desde el lanzamiento de Chivas Venture en 2014 han participado más de 6000 emprendedores sociales que los organizadores definen como "una nueva generación de empresarios que buscan hacer negocios de manera diferente". Porque está claro que el objetivo sigue siendo obtener una ganancia. El tema es que eso solo no basta. También -es lo que sostienen los 27 emprendedores aquí reunidos- hay que generar un impacto positivo en la sociedad. Ese es el principal objetivo. El que vale la pena alcanzar.

"Muchas veces pienso por qué hacemos esto con mi hermano y sin dudas es porque buscamos un cambio social -dice Carlos-. Es muy distinto emprender con un fin social que solo económico. No se compara. A nosotros este emprendimiento nos hizo valorar cosas que antes dabas por sentado, como poder comunicarte. Y cuando ves que mejorás la calidad de vida de un tipo que para comunicarse tiene que guiñar un ojo, hace que todo el esfuerzo valga la pena", asegura Carlos, que ahora busca dar un paso más y trabaja en el desarrollo de un casco con neurotransmisores que al ver un pictograma de lo que quiere comunicar crea un estímulo en el cerebro y es capaz de comunicarlo.

Justamente las ganas de superación de los emprendedores es algo que no pasa inadvertido para Alexandre Ricard: "Todos los años vemos que el nivel de las ideas se eleva", asegura. Pero más allá de esto, lo que realmente destaca es la sinergia que se da entre una multinacional como Pernod Ricard y los emprendedores que están empezando. "Es es una gran companía interactuando con emprendedores; para nosotros es como aire fresco, nos llena de energía, nos contagiamos de su entusiasmo, de sus ideas. Y por nuestra parte les brindamos estructura, financiamiento, contactos. Es una colaboración que funciona en ambos sentidos", afirma Ricard horas antes de elegir, junto con los otros tres miembros del jurado, al gran ganador de la edición 2018.

Tarea que confiesa no será nada sencilla. Porque en definitiva, se trata de ver cuál de los tantos problemas sociales, medioambientales o de accesibilidad que acechan al mundo se buscará solucionar (o al menos empezar a hacerlo). Y eso es lo más complicado. Tal vez por eso, la manera más justa de zanjar el problema sea ver a cuántas personas ayudará. Y en eso, los números suelen ser determinantes. Más si se trata de emprendedurismo social.

No hay comentarios:

Publicar un comentario